El gobierno de Rabat vuelve otra vez al banquillo de los acusados, esta vez en Bélgica, donde los tribunales han abierto una investigación sobre sus injerencias. Es el segundo acto de la injerencia marroquí en las instituciones europeas, de las que hemos hablado en entradas anteriores.
En noviembre los tribunales belgas emitieron una orden internacional de detención contra el embajador de Marruecos en Polonia, Abderrahim Atmun, por espionaje y ahora la Oficina Central Belga para la Represión de la Corrupción (OCRC) ha abierto la investigación sobre los manejos de Mohamed Ameur, el siniestro embajador de Marruecos en Bélgica.
La OCRC retomó el asunto y en diciembre del año pasado los policías viajaron a Marruecos acompañados por el juez de instrucción encargado del caso Qatargate y un magistrado de la fiscalía, para escuchar, entre otros, a Atmoun, el que repartía los sobres con “regalos” entre los parlamentarios europeos.
Luego elaboraron un primer informe que concluyó en marzo con la apertura de un sumario por parte de la fiscalía de Bruselas.
La prensa belga habla de influencia, injerencia y corrupción del gobierno marroquí en Bélgica. El asunto salpica a la diplomacia y los servicios secretos marroquíes y revela las presiones de Rabat para apoderarse del Sáhara. Dos diputados belgas están en el punto de mira: el socialista Hugues Bayet, presidente del comité belga que apoya el plan de autonomía de Marruecos para el Sáhara, y Latifa Ait Baala, del MR (Movimiento Reformista), que recibe subvenciones del Ministerio de los Marroquíes Residentes en el Extranjero para rodar películas de propaganda sobre el Sáhara.
El embajador de Marruecos en Bruselas, Mohamed Ameur, no vacila en recurrir a métodos mafiosos para defender la posición de su país sobre el Sáhara Occidental y reclutar nuevos partidarios para su causa: presiones, corrupción, chantaje… Hay testimonios de intentos de intimidación por parte de diplomáticos marroquíes contra abogados, investigadores, académicos y políticos.
Desde diciembre de 2022 los métodos de Ameur habrían logrado paralizar la investigación sobre la red de corrupción en el Parlamento europeo, incluido el intento de asesinato de los policías que tramitan el caso.
La investigación se centró en la financiación de la asociación “Amigos de Marruecos”, que organiza eventos en lugares selectos financiados por el embajador Ameur.
Los servicios marroquíes en el extranjero se muestran muy activos sobre la cuestión saharaui desde la normalización de las relaciones entre Marruecos e Israel en 2020. Marruecos busca el reconocimiento internacional de su soberanía sobre el Sáhara.
En julio de 2021 estalló el escándalo de espionaje Pegasus en el que Marruecos está implicado hasta las cejas. El servicio secreto, que es una rama del Mosad, utilizó el programa israelí para una operación de espionaje a gran escala que afectó a dirigentes políticos en Argelia, España y otros países europeos.
El responsable del caso Pegasus es el jefe del servicio secreto marroquí, Abdellatif Hammouchi, que espió al gobierno español, empezando por el propio Pedro Sánchez y siguiendo por el resto del escalafón burocrático. Sorpredentemente no sólo no ha ocurrido nada en absoluto, sino que en 2022 la directora del CNI, Esperanza Casteleiro Llamazares, visitó Marruecos y recientemente Hammouchi estuvo en Madrid en un acto oficial para celebrar el bicentenario de la fundación de la policía española.
Se le vio hablando incluso con el rey, entre otros. Como si nada hubiera ocurrido…
Como ya hemos expuesto, dos meses antes de que estallara este escándalo, Marruecos lanzó su bomba migratoria en mayo del mismo año sobre Ceuta, obligando al gobierno español de coalición a cambiar su posición sobre el Sáhara en marzo de 2022.
Luego, en diciembre del mismo año, estalló el “Qatargate”, un nombre muy apropiado que sirvió para ocultar la intervención de Marruecos, acusado de corromper a los diputados europeos para influir en las votaciones del Parlamento Europeo sobre el Sáhara.
Un reportaje del Der Spiegel demostró la implicación de la DGED, la inteligencia exterior marroquí, en el asunto. Las pruebas están respaldadas por las confesiones del italiano Antonio Panzeri, antiguo eurodiputado, que admitió haber recibido “regalos” del embajador de Marruecos en Polonia, Abderrahim Atmun.
Por cierto, en abril Bélgica aprobó un nuevo artículo en el Código Penal para castigar la “injerencia extranjera en los procesos democráticos”. Naturalmente estaban pensando en las injerencias procedentes… de Rusia.