Al asaltante le disparó un francotirador, que acabó con su vida.
Los hechos ocurrieron el día de la conferencia de prensa anual de Putin, a las 18 horas, cuando se celebraba un concierto en honor de los miembros del FSB. Sólo en Moscú 15.000 personas tuvieron que ser evacuadas por falsas amenazas de bomba.
El asaltante era un individuo armado con un Kalashnikov que llevaba escondido bajo un abrigo negro y una mochila llena de explosivos. Intentó entrar en el edificio central de FSB en el centro de Moscú. A causa del sistema de detección de metales, retrocedió y se retiró a la calle, donde comenzó a disparar a los uniformados y transeúntes. Consiguió matar a un miembro del FSB e hirió a cinco antes de morir por el disparo de un francotirador.
Luego se encontraron explosivos y granadas en su mochila y se planteó la posibilidad de que otros edificios fueran atacados de la misma manera. Se dio la alarma “Krepost” (“Fortaleza”), un plan de energencia que obliga a regresar a sus cuarteles a los policías, a tomar las armas y esperar órdenes.
La misma alarma se puso en marcha inmediatamente en otras ciudades importantes del país.
El mismo día sólo en Moscú se recibieron llamadas telefónicas con falsas alarmas de bomba en unos 60 lugares públicos diferentes, entre ellos 46 escuelas y hospitales, obligando a la policía a evacuar a más de 15.000 personas.
El ataque al FSB es emblemático, no sólo por el momento, sino también por la institución contra la que se dirige. Muestra un intento de desestabilizar a Rusia que, hasta ahora, el gobierno había logrado contener.
El FSB encabeza la lucha contra los grupos terroristas que tienen su sede en Rusia y su eficacia en la prevención está muy reconocida. Sólo el 13 de diciembre, junto con el Ministerio del Interior, lograron desmantelar en Moscú una red afiliada al Califato Islámico que preparaba actos terroristas.
Un poco antes, en octubre, desmantelaron toda una red de financiación del terrorismo en varias regiones de Rusia.