El argumento falaz del felipismo que jaleaba el ministro Carlos Solchaga, era que daba lo mismo quien tenía la propiedad de las industrias, ya que ahora todos éramos europeos. Si daba lo mismo entonces ¿por qué no dejar las cosas como estaban?
Pero en ese proceso de desindustrialización había una excepción: Cataluña.
El proceso de entrega no tocó a Cataluña porque había una necesidad del gobierno del PSOE de contar en el Parlamento con los diputados de CiU (Convergencia i Unió), representada por la familia Pujol y sus adláteres.
Pero además esto fue un pacto mafioso, ya que Jordi Pujol había sido presidente de Banca Catalana, de donde «desaparecieron» veintitrés mil millones de pesetas (23.000.000.000) sin que nadie pudiera explicar esa situación de prestidigitación. ¿Cómo es posible que en un banco donde no desaparece ni un recibo del agua de quinientas pesetas desaparezca una cantidad tan colosal de dinero? La familia Pujol, que se envolvía en la bandera catalana, consiguió algo parecido a lo que decía el Rey Luis XIV, cuando proclamaba que «el estado soy yo». «Si me tocan a mi tocan a Cataluña» decía el jefe de la banda Jordi Pujol. Años más tarde ya con el gobierno de Aznar, el fiscal anticorrupción Jimenez Villarejo, denunció que de sus investigaciones resultaba que Jordi Pujol era responsable de tan extraña «desaparición», y estaba dispuesto a solicitar su procesamiento; pero que el Fiscal General del Estado Carlos Granados, le prohibió continuar la investigación que finalmente se archivó y quedó todo impune.
¿Que había pasado? Había pasado que a Aznar le hacían falta los votos de los diputados de CiU, y se pasó del «Pujol enano habla castellano», a «hablar catalán en la intimidad». Me resulta gracioso escuchar a Aznar y a su esposa Ana Botella y a sus hijos Ana y Alonso hablar catalán en casa. No puedo dejar de sonreir imaginando a Aznar pedir que le alcancen la sal o el vino en las comidas familiares en catalán.
Pero vamos a hablar en serio. La burguesía catalana con Pujol a la cabeza esgrimió siempre la cuestión identitaria como arma para arrancar concesiones al estado español. Era algo parecido al caso del pastor que gritaba que viene el lobo y no venía. Pero un día el lobo si que vino.
Lo ocurrido en Cataluña nos enseña varias cosas: La primera; es la extrema debilidad del estado español para cohesionar a las distintas nacionalidades que habitan en España. La segunda es la falta de previsión de los partidos independentistas que no supieron calibrar la reacción bestial del estado español creyendo que todo se iba a resolver en las urnas, y que la democracia burguesa iba a permitir la independencia. La tercera, es que esta vez, políticos de derecha y la socialdemocracia catalana, consiguieron que amplios sectores tanto de la clase obrera como de la clase media apoyaran las pretensiones soberanistas, y ello implicó la movilización masiva del veintiuno de diciembre, con el resultado conocido.
La cuarta conclusión es que ante la embestida del estado fascista español tanto la derecha como la socialdemocracia catalanas optaron por entregarse o huir. ¿Que pasó? La respuesta es simple.
Ocurrió que las reivindicacionesde los pueblos no pueden dejarse en manos de los burgueses, ya que estos tienen más miedo al pueblo en la calle que a la propia coyunda fascista del estado español.
Bien y corto dos veces bueno. El telón de Fondo seria la crisis general de superprodución no?