Mientras aumenta la tensión entre Bruselas y Pekín, ayer el ministro alemán de Economía, Robert Habeck, pidió a la Unión Europea encontrar una solución negociada con China. “Queremos evitar una guerra comercial con una espiral de aranceles, que en última instancia perjudica a ambas partes”, afirmó Habeck en un comunicado tras su reunión en Berlín con el ministro chino de Comercio, Wang Wentao. Este último deberá viajar mañana a Bruselas para convencer al comisario europeo de Comercio, Valdis Dombrovskis, de que renuncie a la subida de aranceles de la Unión Europea.
Berlín y otros gobiernos europeos temen la guerra comercial. La petición de Habeck recuerda a la de Pedro Sánchez. Queremos “una Unión Europea y una China abierta al mundo, más allá de las realidades geopolíticas y geoeconómicas”, insistió al inaugurar un Foro Económico China-España la semana pasada. “Por eso contamos con un diálogo honesto para gestionar las tensiones existentes, que en gran medida se derivan del anuncio de la imposición de derechos de aduana a los vehículos eléctricos chinos”, añadió en referencia a la guerra comercial desatada por Bruselas desde el verano pasado.
El 20 de agosto Bruselas anunció su decisión de imponer un recargo de hasta el 35,3 por cien durante cinco años a los coches eléctricos procedentes de China, incluidos los del fabricante estadounidense Tesla, que tiene una fábrica en Shanghai. La Unión Europea acusa a Pekín de haber distorsionado la competencia al subvencionar masivamente a los fabricantes en su territorio, permitiéndoles ofrecer precios más bajos. Para los europeos se trata de frenar las importaciones de vehículos eléctricos chinos, sin bloquearlas completamente como ocurre en Estados Unidos con su recargo superior al 100 por cien.
Los nuevos aranceles se suman al estándar del 10 por cien impuesto por la Unión Europea a las importaciones de automóviles. Se dice que el recargo más alto entre las empresas que cooperan en la investigación de la Unión Europea es del 20,7 por cien. Se espera que el arancel se aplique a algunos productores chinos como Chery, Great Wall Motor Co y NIO, así como a una serie de empresas conjuntas entre chinos y europeos.
Los nuevos aranceles se aplicarán desde ahora hasta finales de octubre durante cinco años, sujetos a nuevas modificaciones y, sobre todo, a la aprobación de los Estados europeos, muy divididos al respecto. Luego sustituirán los impuestos provisionales decididos a principios de julio. China y las empresas afectadas tuvieron diez días para presentar sus observaciones, que la Comisión tuvo en cuenta para revisar su propuesta, que aún debe someterse a la votación de los 27 países de la Unión Europea. Los aranceles se implementarán a menos que una mayoría cualificada de 15 miembros de la Unión Europea que representan el 65 por cien de la población de la Unión se oponga.
Pero dentro de Europa, varios países, entre ellos Alemania, pero también Hungría y Suecia, están intentando frenar a Bruselas en sus decisiones. En julio China anunció que estaba investigando prácticas comerciales de la Unión Europea consideradas desleales en relación con ciertos productos lácteos, el día después de que Bruselas confirmara impuestos más altos sobre los vehículos eléctricos chinos importados.
“El Ministerio de Comercio ha decidido abrir una investigación antidumping sobre determinados productos lácteos importados de la Unión Europea a partir del 21 de agosto de 2024”, dijo en un comunicado. Abarca productos como el queso fresco y la cuajada, el queso azul, así como determinadas leches y cremas”, indicó el Ministerio de Comercio. El procedimiento debería durar un año y posiblemente podría ampliarse seis meses más. China podría entonces decidir imponer recargos a estos productos para proteger su mercado, si demuestra que las prácticas de la Unión Europea son desleales y perjudican la competencia.
En enero Pekín ya anunció que estaba investigando una supuesta infracción de la competencia por parte de bebidas espirituosas de vino, como el coñac, importadas de la Unión Europea y, en particular, de Francia, lo que había dado impulso a la investigación desde Bruselas. En junio también inició una investigación antidumping sobre las importaciones de carne de cerdo y productos porcinos de la Unión Europea, productos producidos principalmente en España, Francia, Países Bajos y Dinamarca.