El año pasado la economía alemana, antes la “locomotora de Europa”, quedó sacudida por las distorsiones en los mercados mundiales y las perturbaciones logísticas. Lo atribuyeron a la pandemia y dijeron, como en España, que este año el crecimiento económico sería espectacular.
Ahora la Guerra de Ucrania ha vuelto a mover el tablero y ya se admite a regañadientes que hay una recesión a las puertas. Todos los indicadores económicos han bajado. El Bundesbank calcula un descenso del 1,1 por cien trimestral en el primer trimestre de este año.
A causa de las presiones de Estados Unidos, los puntos fuertes de la economía alemana se están convirtiendo en desventajas. Los “prorrusos” empiezan a proliferar cada vez más en Alemania. Han caído en la cuenta de que la Guerra de Ucrania no va contra Rusia sino contra Alemania.
¿Qué precio está dispuesta a pagar Alemania por seguir los dictados de Estados Unidos?, ¿y por cuánto tiempo? Alemania podría enfrentarse a su peor crisis económica en casi 80 años si las importaciones rusas de petróleo y gas se detienen o se interrumpen a largo plazo, ha dicho Martin Brudermüller, director del monopolio alemán BASF, uno de los mayores consumidores de electricidad del país.
Un estudio ha calculado que el cese de las importaciones de gas ruso, compensado en parte por otros países, reduciría el PIB entre un 0,5 por cien y un 3 por cien. A la fuerza ahorcan. Alemania no puede y Rusia no quiere cortar el flujo del gas.
Desde el punto de vista económico, Europa oriental es el patio de trasero de Alemania y, en particular, el grupo de los llamados países CE4 (República Checa, Eslovaquia, Hungría y Polonia). Las importaciones procedentes de Europa oriental representan el 6,1 por cien del PIB alemán, frente al 2,5 por cien en Italia y menos del 2 por cien en Francia y España. Las inversiones alemanas en esos países ascienden a casi 100.000 millones de euros, frente a sólo unos 40.000 millones de euros en el caso de Francia. La producción industrial alemana depende del comercio con los países limítrofes a la zona de guerra. El caso del sector del automóvil es emblemático. Hasta ahora, algunos cables eran suministrados casi en su totalidad por empresas situadas en Ucrania. También en este caso, no hay sustitución posible.
La subida de los precios es en Alemania como en el resto de Europa. En un mes los precios de la energía de todo tipo han subido casi un 20 por cien, elevando la tasa de inflación anual a cerca del 7,5 por cien en un año. Los salarios pierden poder adquisitivo, empeorando las condiciones de vida de los trabajadores, lo que no puede durar mucho tiempo.
Como en España, el gobierno alemán quiere amortiguar la subida de los precios de la energía con una medidas fiscales que suponen el 0,8 por cien del PIB. Déficit a cambio de inflación. No sería un mal trueque de no ser por los gigantescos presupuestos militares que amenazan con acabar con 30 años de política económica y fiscal que siempre fue calificada de modélica.
Ya nadie se acuerda del Tratado de Maastricht, cuando la deuda no podía superar el 60 por cien del PIB y el déficit el 3 por del PIB.
La economía alemana depende de las exportaciones y, si los mercados mundiales no se estabilizan, lo van a pasar muy mal. Alemania puede aguantar una recesión, pero no por mucho tiempo.
Haber si se mueren.