Al descubierto el apoyo del MI6 al Califato Islámico

En el juicio contra el sueco Bherlin Gildo que se celebra en Londres todo marchaba según lo previsto. Tenían una cabeza de turco, un “sparring” con quien la prensa podía practicar con guantes de boxeo, una acusación de terrorismo, la guerra de Siria, el maldito islamismo… El escenario ideal para un estudiante de periodismo en prácticas.

Hasta que la mierda empezó a salir por los cuatro costados, como es previsible tratándose del Califato Islámico: el acusado había apoyado a la organización terrorista tanto como el servicio de información británico.

Cuando la mierda empezó a asfixiar el juicio, quedó claro que no había más que mierda y entonces el fiscal tiró la toalla. En toda esa clase de juicios, como en el caso GAL en España, el Estado no se pone la soga al cuello.

El abogado defensor lo tuvo claro desde el principio, y acertó. Si su defendido era un terrorista, el Estado británico que pretendía juzgarle era otro igual de terrorista. Seguir el juicio, dijo, suponía una “afrenta a la justicia”. El Estado británico había prestado un apoyo al Califato Islámico (“la oposición siria”) que calificó como “masivo”.

A pesar de la guerra, el gobierno de Cameron, que es como el de Rajoy, salió al paso diciendo -nada menos- que tal apoyo al terrorismo había sido “no letal”. Se trataba sólo de chalecos antibalas y vehículos militares.

Tras el primer paso atrás llegó el segundo. El gobierno británico había participado en la creación, el apoyo logístico y el suministro secreto de “armas a gran escala” a la llamada “oposición siria”, que es la excusa bajo la que esconden a los fundamentalistas. Tras derrocar a Gadafi, en 2012 el MI6 cooperó con la CIA para aprovisionar a la “oposición” siria con armas procedentes de almacenes libios. Después de destrozar Libia se disponían a hacer lo mismo en Siria: no dejar títere con cabeza.

Hace dos semanas a un taxista londinense, Anis Sardar, le condenaron a cadena perpetua por participar en 2007 en la resistencia contra la invasión de Irak por las tropas imperialistas. Los jueces son los únicos que le pueden dar la vuelta a la realidad: el terrorismo no es invadir un país soberano de manera ilegal sino oponerse a ello. Es lo mismo que hicieron los franquistas a partir de 1939: quienes se habían sublevado eran los republicanos.

Con la nueva excusa de “combatir” al Califato Islámico los imperialistas anglosajones han vuelto a Irak, aunque el referido “combate” no aparece por ninguna parte y el mes pasado los fundamentalistas se apoderaron de Ramadi delante de sus narices. Dos formidables ejércitos expedicionarios, que fueron capaces de derrocar a Saddam Hussein, ¿no son capaces de hacer lo mismo con las hordas takfiristas? Visto su estrepitoso fracaso, ¿no será mejor que se larguen de una vez?

En cualquier parte del mundo los jueces pueden darle la vuelta a las cosas, como acostumbran, pero los hechos no pueden ser más claros y evidentes: los imperialistas invadieron Irak -entre otras- por unos vínculos inexistentes de Saddam Hussein con Al-Qaeda. Entonces esta organización no existía en Irak. Apareció con ellos presentes en Irak. Se deshicieron de Saddam Hussein para hacer Al-Qaeda en Irak, lo que hoy son el Frente Al-Nusra y el Califato Islámico.

Exactamente lo mismo que ocurrió en Afganistán a partir de 1980.

comentario

  1. Aquí pasa algo extraño: ¡Gente realmente inteligente, pretendiendo competir informando con la desinformación por las TVs y periódicos sobre los mostradores de bar? ¡Hijos, aterrizad caramba! Por mucho que intentéis movilizarlos, los orejas largas no sabrían de otro destino. De los guías hacia un mejor destino pasan y con votar para que les solucionen qué sé yo qué de valioso (algo más de pan y creo que el mismo circo), habrán llegado al límite de sus posibilidades. ¡Nada qué hacer, que no sea recrearnos en la luz, compañeros!

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