7 ancianos han muerto tras vacunarse en un asilo de Toledo que hasta ahora estaba libre del virus, cuatro han tenido que ser hospitalizados y el resto, excepto uno, ha quedado contagiado. Además, 12 trabajadores también han dado positivo en las pruebas de coronavirus después de la vacuna.
La Residencia El Salvador, en Lagartera, un municipio de Toledo, vive una situación dramática después de que sus residentes hubieran recibido la primera dosis de la vacuna contra el coronavirus.
El asilo está administrado por Mensajeros de la Paz y su director, Manuel Dinis, ha reconocido que lo que ha ocurrido “no es normal”.
El pasado 13 de enero, tanto los residentes como los trabajadores de este centro recibieron la primera dosis de la vacuna de Pfizer. A los seis días comenzaron a manifestarse los primeros síntomas en diez de los ancianos, que se atribuyeron a los efectos secundarios del fármaco.
Dos días después, el 21 de enero, cuando creció el número de afectados, se decidió aislar a todos los ancianos en sus habitaciones.
Tras comunicar la situación a las familias se procedió a realizar pruebas PCR, que dieron como resultado el positivo de todos los internos, salvo uno.
La tragedia ha sucedido después de que este centro de Lagartera consiguiera permanecer libre de coronavirus durante las dos primeras olas.
Al brote detectado en esta residencia de Lagartera se suma también otro en la residencia de Las Ventas de San Julián en la que también se ha inyectado la primera dosis de la vacuna. En ella se han registrado 49 positivos entre sus usuarios -de los que hay 14 hospitalizados- y otros 10 entre sus trabajadores.
En total, entre las residencias de ambos municipios, próximos a Talavera de la Reina y ubicadas en la Campana de Oropesa, se contabilizan 148 contagios, 21 hospitalizados y 7 usuarios fallecidos.
El comunicado oficial que el asilo residencia de mayores ha remitido a los medios de comunicación señala que la segunda dosis de la vacuna está previsto que se administre hoy y que dos días después, el 5, está programada una nueva PCR.
Para que prohíban vacunar a los ancianos aún habrán de fallecer muchos más, porque las tragaderas de políticos y médicos son de grandes proporciones y si nadie lo denuncia, su tamaño aumenta.
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