Salvador Allende |
El Secretario de Estado de los EEUU, Henry Kissinger, lo dijo sin rodeos, no se puede dejar prosperar cambios socialistas, así sea por medios pacíficos, porque sería un mal ejemplo mundial, que pronto seguirían en otros países, como Italia. De esta manera justificó la intervención de los EEUU, para derrocar al primer presidente socialista de Chile.
Hoy los EEUU siguen haciendo lo mismo, al buscar revertir los cambios democráticos y soberanos instaurados por diversos gobiernos progresistas y revolucionarios del continente. Otra vez, no resisten cambios que lesiones sus intereses, así hayan sido logrados por medios legales y pacíficos.
El dilema de cambio al interior de cada país sigue siendo idéntico al de hace 43 años. Si las fuerzas políticas mayoritarias optan por un camino de cambio favorable al pueblo y la nación, ¿las Fuerzas Armadas lo respetan, o, lo agreden como hizo Pinochet y los militares chilenos?
Hay un sector de unas Fuerzas Armadas nacionales que sí respetan las decisiones mayoritarias de la sociedad a la que sirven; que se encuentra en pugna con el camino de los militares entrenados en las escuelas de contrainsurgencia de los EEUU.
Cada camino tiene un doctrina y una geopolítica que lo alumbran. Los del camino pro estadounidense siguen viendo al pueblo como el enemigo interno a atacar, mientras los otros lo ven como el soberano a quien sirven.
La geopolítica que guía al camino soberanista y democratizador, se basa en dejar de considerar a estos pueblos, como vasallos de la potencia imperial; mientras los seguidores de Washington siguen inscritos en los planes de guerra global de la OTAN.
Los retos de hoy son los mismos, que en Chile del 73: ¿Son viables los caminos legales para que el pueblo tome el poder? ¿Las Fuerzas Armadas están para servir al pueblo o para subordinarse ante la potencia imperialista?
Las respuestas las pueden dar las elites dominantes de los EEUU y del régimen colombiano; pero es la sociedad quien decide el destino del país.