El vidente que profetizó la pandemia con tres años de antelación: el gran Anthony Fauci

El doctor Anthony Fauci, director del Instituto de alergias y enfermedades infecciosas de Estados Unidos, representa muy bien al científico moderno, muy alejado de la imagen que la mayoría tiene de lo que es un “hombre de ciencia”.

Fauci lleva muchos años en la cúspide de un país que es, en sí mismo, la cúspide. Es mucho más que un mero asesor científico. Es un monaguillo confeso de Hillary Clinton, y Trump le mantiene en su cargo porque no le queda más remedio. En ningún momento ha logrado librarse de la gangrena incubada en los tiempos del dúo Obama-Clinton, por más que pasan el tiempo amargándole la vida.

En 2013, en un correo electrónico desclasificado del Departamento de Estado, al que hace referencia WikiLeaks, Fauci le envía a Hillary Clinton vibrantes deseos de recuperación. Le dice que la quiere y que está “muy orgulloso de conocerla”.

Unos días antes de la toma de posesión de Trump en enero de 2017, Fauci lanzó una asombrosa profecía en Healio, una publicación que se presenta como un portal de información para médicos especialistas en enfermedades infecciosas. Declaró que el Presidente de Estados Unidos se enfrentaría “sin duda” a un “brote sorpresivo de enfermedades infecciosas durante su presidencia”.

“Seguramente nos sorprenderemos mucho en los próximos años”, dijo agitando su bola de cristal, o quizá echando las cartas del Tarot, al más puro estilo científico contemporáneo.

Para disimular sus tonteorías, Fauci se basaba en la frecuencia de casos anteriores de enfermedades infecciosas. El ejemplar de Healio estaba en la línea de esos blogs, adalides de la ciencia pura, que se dedican a despotricar contra lo que llaman “magufería”, seudociencia, antivacunas, ufólogos, conspiranoicos y demás.

“Trump se ha alineado con el movimiento anti-vacunación”, decía Healio. La sartén le decía al cazo…

La polémica expresaba las presiones a las que está sometida la industria médica y farmacológica, especialmente intensa tras los intentos de Obama por introducir un poco de sanidad pública en Estados Unidos, es decir, por pillar cacho.

Ese es el terreno en el que una vedette como Fauci se mueve a en su mejor ambiente. El 22 de marzo, en una entrevista a la revista Science, el reportero le lanza una buena pregunta: “¿Cómo ha impedido que le despidan?” En la respuesta el científico mencionaba a su jefe: “Simplemente no puedo saltar al micrófono y empujar” a Trump.

Políticos y científicos, republicanos y demócratas, vacunas y antivacunas… Una multinacional nunca pondría todos los huevos en una única cesta.

Hace unos días, en otra entrevista, Fauci aconsejaba a los estadounidenses que se quedaran en sus casas. Nosotros le pedimos lo mismo: quédate en tu casa.

Nos quedamos con las ganas de seguir contando batallitas de este saltimbanqui de la política y la ciencia modernas, pero lo dejamos para otra ocasión (que la habrá).

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