Contagio: la búsqueda del ‘foco infeccioso’ no conduce a ninguna parte

Mattia: el enfermo número 1
La microbiología ha llevado a la informática el término “virus”, e incluso la política posmoderna utiliza la expresión “viral” para referirse a algo que se propaga rápidamente.

Cuando algo se propaga, la ciencia busca el foco, el punto de partida, donde todo empezó, que, en el caso de Italia, se llama Mattia, un trabajador de Unilever de 38 años que fue el “paciente número 1”, el primero en ser diagnosticado en el hospital de Codogno, un pequeño pueblo de Lombardía.

Mattia llegó al hospital “en un estado grave”, según dicen, y dio positivo al test de coronavirus. También dicen que infectó a su esposa y hasta cinco enfermeras y médicos.

Todo esto no es que sea falso, sino que resulta absolutamente inverosímil y el recorrido posterior así lo demuestra.

A partir de Mattia los médicos debían seguir la pista del virus. ¿Dónde lo contrajo?, ¿quién se lo contagió a Mattia?

La pista tenía que ir hasta China, así que las sospechas se centraron en un amigo suyo que acababa de regresar de Shanghai, donde trabajaba para una empresa italiana. Sin embargo, las pruebas que le realizaron a él y a todos sus colegas resultaron negativas. Nada de nada, reconoce la revista Fortune (*).

Durante días, los investigadores escudriñaron todas todas las relaciones de Mattia al más puro estilo House y no encontraron nada, ni de China ni de ningún otro sitio.

En consecuencia, no hay un punto de partida y la teoría microbiológica se desvanece, una vez más, como ocurre desde hace un siglo de experiencia médica.

Casi simultáneamente, en el cercano Véneto, Adriano Trevisan, de 78 años de edad, presentó los síntomas de la enfermedad después de ver un partido de fútbol en un bar de su ciudad frecuentado por clientes chinos y murió poco después, convirtiéndose en la primera víctima “probada” del coronavirus en Italia.

Pero cuando realizaron las pruebas a los ciudadanos chinos, no encontraron nada, y el bueno de Adriano no había estado nunca en el extranjero y no había tenido ningún contacto con ninguno de los primeros infectados.

En la cercana ciudad de Mira, otro paciente aquejado de lo mismo nunca había abandonado la ciudad.

La cadena viral no existe. No sólo falta el primer eslabón, sino toda la cadena de transmisión. Como en las demás enfermedades infecciosas, las pruebas han demostrado en todos los países del mundo dos cosas muy claramente. La primera es que hay enfermos en los que no aparece el coronavirus. La segunda es que hay quien da positivo al coronavirus, pero no tiene síntomas de ninguna enfermedad.

Ahora reflexionemos un poco acerca de una teoría en la que las causas no producen el efecto esperado y en la que, además, el efecto no se produce por dichas causas. ¿Verdad que parece absurda? Pues, efectivamente, es absurda.

(*) https://fortune.com/2020/03/06/how-many-people-have-coronavirus-cases-covid-19-spread/

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