Las operaciones secretas del espionaje británico para apoyar a los terroristas sirios durante la guerra (2)

La formación de terroristas por parte de Reino Unido en bases en Jordania para luchar contra Assad fue autorizada entonces por informes de que las fuerzas especiales que operaban desde esas bases “probablemente” habrían sido enviadas a Siria para ejecutar misiones militares. En agosto de 2012 la base militar y de inteligencia británica en Chipre también proporcionó inteligencia al “Ejército Libre de Siria” a través de Turquía, mientras que Gran Bretaña proporcionó teléfonos satelitales a los grupos terroristas para coordinar las operaciones militares.

Por su parte, el Ministerio de Asuntos Exteriores enseñó técnicas de negociación y estabilización a los dirigentes yihadistas y les asesoró sobre cómo debían dirigirse al pueblo sirio y al público internacional.

Estados Unidos era plenamente consciente de que la mayoría de las armas proporcionadas por sus aliados saudíes y qataríes estaban llegando a yihadistas terroristas y no a los grupos más laicos de la oposición. Sin embargo, la participación de Estados Unidos y Gran Bretaña en la guerra se intensificó aún más en noviembre de 2012, cuando en una conferencia en Qatar de los “amigos” de Siria, un grupo de países opuestos a Assad, Gran Bretaña anunció que estaba tratando de organizar a los terroristas sirios en una fuerza de combate efectiva.

El secretario de Asuntos Exteriores, William Hague, estudió la posibilidad de establecer un gobierno interino en el norte de Siria y reunir a las fuerzas de la oposición siria sobre el terreno para derrocar a Assad.

Dos días después, el general David Richards, jefe del Estado Mayor del ejército británico, convocó una reunión en Londres para intensificar el armamento de la oposición. Poco después Estados Unidos coordinó un transporte aéreo de 3.000 toneladas de armas para el “Ejército Libre de Siria” desde Croacia, con la ayuda de Gran Bretaña y otros Estados europeos, una iniciativa pagada por Arabia saudí.

Lord Ashdown, el dirigente de los Liberales Demócratas, afirmó más tarde que esta enorme cantidad de armas terminó “casi exclusivamente” en manos de los grupos terroristas más radicales. El Frente Al-Nosra y otro grupo yihadista islamista, Ahrar Al-Sham, incautaron algunas de las armas suministradas al “Ejército Libre de Siria”, mientras que otras fueron recuperadas por miembros del Califato Islámico en el vecino Irak.

Gran Bretaña estuvo estrechamente asociada al programa “Timber Sycamore” de Obama, iniciado en abril de 2013, que se convirtió en la principal operación estadounidense para suministrar armas y entrenamiento a los terroristas sirios. Las salas de mando de Turquía y Jordania, gestionadas por funcionarios de los servicios de inteligencia de Estados Unidos, Gran Bretaña, Turquía, Francia, Arabia Saudí y Emiratos Árabes Unidos, suministraron misiles y cohetes antitanque a diversos grupos de la oposición.

Una vez más, muchas de las armas cayeron en manos del Califato Islámico y Al-Qaeda, a veces después de haber sido comercializadas en el mercado negro. Estados Unidos gastó más de mil millones de dólares en la Operación “Timber Sycamore”, que Trump clausuró en 2017, cuando quedó en evidencia que todo el esfuerzo había sido inútil.

(Extractos del libro “Secret Affairs: Britain’s Collusion with Radical Islam” publicado este año por Mark Curtis)

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