John Bolton, un ladrón que ladra fuerte |
La designación de Bolton hay que ponerla en relación con las declaraciones de Trump sobre Irán al Wall Street Journal el jueves de la semana pasada y, más en concreto, sobre su intención de revisar el tratado nuclear firmado en 2015 con el gobierno de los ayatollahs.
Es verdad que esas declaraciones -y otras- hay que leerlas despacio porque uno de los expertos en Oriente Medio que subirán en el escalafón de la política exterior de Estados Unidos, Walid Phares, ha dicho a la BBC que se trata sólo de modificar algunos puntos de dicho acuerdo porque tal y como está ahora el nuevo gobierno no está dispuesto a aceptarlo. Otras declaraciones del propio Trump han matizado aún mucho más el rechazo.
Aunque a Bolton se le conoce como embajador de Estados Unidos en la ONU, de 2001 a 2004 fue subsecretario de Estado encargado del control de armamentos. Era el mamporrero de Dick Cheney, verdadero artífice del gobierno de la Casa Blanca en la etapa de Bush hijo, opuesto al acuerdo nuclear con Irán y, posiblemente, a cualquier clase de acuerdo con Teherán.
En Washington determinados círculos influyentes consideran -con razón- que la Guerra de Siria ha resultado un verdadero desastre en comparación con los objetivos que perseguían, habiendo salido Rusia e Irán como ganadores de ella… y de la de Irak. La elección de Bolton como secretario de Estado inclina a pensar que Irán sigue siendo la preocupación primordial del imperialismo en Oriente Medio.
Junto con Cheney, el perro de Bolton fue de los que propuso bombardear Irán junto con Israel y, al fracasar el plan de ambos, le enviaron a la ONU. Aunque este capítulo está bastante lejos de haberse esclarecido, da la impresión de que el plan era hacer en Irán lo que Bush hizo en Irak con una excusa parecida: armas de destrucción masiva y armamento nuclear, o dicho de otra manera: Irak se convirtió en la víctima propiciatoria de un plan que los imperialistas habían urdido para Irán.
La oposición a un ataque contra Irán procede del Pentágono que, paradógicamente, hace tiempo que se viene oponiendo a los planes de la diplomacia, como ya explicamos en otra entrada. Sin embargo, hay un plan intermedio: provocar una crisis con Irán -otra más- para sabotear la aplicación del acuerdo. No el acuerdo mismo sino “sólo” su aplicación.