Recientemente se han cumplido 120 años del nacimiento de Serguei Mijailovich Eisenstein, un director de cine y teatro soviético, considerado un auténtico pionero en la técnica del montaje y edición de películas.
Nacido en Riga (Letonia) en enero de 1898, Eisenstein se crió en el seno de una familia de clase media como un cristiano ortodoxo debido a su madre, una rusa ortodoxa, y pesar de que su padre era judío. En todo caso la religión no fue uno de los pilares de su vida, ya que con el tiempo se acabó haciendo ateo. Estudió arquitectura e ingeniería, en Petrogrado (San Petersburgo) y en 1918 Sergei dejó la escuela y se unió al Ejército Rojo para servir a la Revolución Bolchevique.
Tras mudarse a Moscú en 1920, Sergei Eisenstein comenzó su carrera en el teatro, trabajando en producciones como “Máscara de Gas”, “Hombre sabio”, o “Escucha Moscú”. A partir de 1923 fue cuando comenzaría también su carrera como teórico del cine, realizando en ese año su primera película “El diario de Glumov”, un cortometraje en el que el propio Eisenstein interpretaba uno de los papeles protagonistas.
Poco después, en 1924, Eisenstein dirigía el que sería su primer largometraje “La huelga”, un film que narra los acontecimientos de una huelga ocurrida en 1903 por los trabajadores de una fábrica en la Rusia prerrevolucionaria, y en la que destaca su escena final como uno de los mejores ejemplos de las innovadoras técnicas de montaje de Eisenstein.
Al año siguiente el director soviético estrenaba “El acorazado Potemkin”, una película aclamada en todo el mundo y cuyo éxito le sirvió para poder producir su siguiente gran largometraje, “Octubre” (1928), siendo realizada como parte de la celebración del décimo aniversario de la Revolución de octubre de 1917. En algunos países esta película se tituló “Diez días que transformaron el mundo”.
Siendo un cineasta ya reconocido en todo el mundo, la siguiente película de Sergei Eisenstein sería “La línea general” (1929), realizando poco después un viaje por Europa y posteriormente a Estados Unidos en 1930 para realizar un proyecto con Paramount Pictures que por diversos motivos no llegó nunca a realizarse. También conoció a Charles Chaplin y se especuló con la posibilidad de producir algún proyecto juntos, aunque tampoco se concretó nada finalmente.
En lugar de regresar a Rusia, Eisenstein viajó a México, y allí realizó la película “¡Que viva México!” (1932), aunque el film no se terminó y es una película inconclusa. Décadas después, el material filmado sería utilizado por Grigori Alexandrov para estrenar finalmente la película en 1979.
Tras estos fracasos, Eisenstein regresó a Rusia y su siguiente película fue “El prado de Bezhin” (1937), que sufrió numerosas ediciones sobre el montaje original del director.
Los últimos trabajos del director serían “Alexander Nevsky” (1938), un film sobre el héroe nacional ruso y por el que recibió el premio “Stalin“; y la trilogía “Iván el terrible” durante los años 40, en la que la tercera parte quedó inacabada debido a la controversia que había causado el segundo film y a la repentina muerte del director en 1948 debido a un infarto.
A pesar de todos los contratiempos y problemas que tuvo que afrontar en su trabajo, Eisenstein es reconocido como uno de los mejores directores de cine soviético que ha habido, dejando un importante legado a la historia del cine, cuyas películas y escritos influirían enormemente en otros directores y cineastas posteriores.
Al igual que otras películas soviéticas, que están libres de derechos al alcance de todos, la propia productora Mosfilm con la que trabajó el director durante años, ha sido la encargada de poner a disposición del público la mayoría de películas de Eisenstein, estando disponibles para ver en línea de forma gratuita por internet.
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