El jueves de la semana pasada Putin se reunió con el coronel Andrei Troshev, el máximo dirigente de Wagner en la actualidad. El portavoz del Kremlin, Dmitry Peskov, confirmó que ambos se habían entrevistado y que el viceministro de Defensa, Yunus-Bek Yevkurov, había estado presente.
Troshev desempeña ahora una función dentro del Ministerio de Defensa, añadió Peskov, lo que indica un cambio significativo en la integración de Wagner dentro del ejército ruso. Por ello mismo acudió acompañado del viceministro de Defensa, con quien aparece en la foto de portada.
Putin pidió a Troshev que supervisara las unidades de combatientes voluntarios en Ucrania y enfatizó la necesidad de proporcionar unidades capaces de llevar a cabo diversas misiones de combate, especialmente en el contexto de la Guerra de Ucrania.
Troshev fue un colaborador cercano del anterior dirigente de Wagner, Yevgeny Prigojin, quien murió en agosto en un sabotaje del avión en el viajaba. Apenas unos días después de la asonada de Wagner, Putin ofreció a sus tropas la oportunidad de seguir luchando y sugirió que Troshev quedaría al frente de la unidad, informó el periódico ruso Kommersant.
Conocido por el apodo de “Sedoi” (pelo canoso), Troshev recibió la condecoración de Héroe de Rusia por su papel en el apoyo al ejército regular sirio en 2015 y 2016 como comandante de Wagner.
Todos estos rumores y maniobras para recuperar a Wagner tras su descabezamiento parecen poco creíbles. Al final depende de si los mercenarios quieren o no someterse a la jerarquía militar que les asesinó con traiciones y triquiñuelas en Artyomovsk (Bakhmut). Y no quieren por lo general, que se sepa. Siempre pueden trabajar de otra cosa y no ser asesinados por Shoigu (y por Putin, que se alineó al final con el ministro y esencialmente bendijo la destrucción de Wagner).
Además, Wagner era una estructura con un sistema de liderazgo meritocrático que la jerarquía rusa de los generales «perfumados» y «lameculos», que Prigozhin denunció tan vehementemente a veces, no puede encajar. Son sistemas opuestos en casi todo.
Había alguna esperanza al menos para las operaciones en África con el nombramiento de Surovikin, al que se vio en Argel, porque éste es respetado por los «músicos» pero está muy confuso. Lo que para mí está muy claro es que, al margen de que algunos (sobre todo ex-presos) puedan ser reclutados por el Ministerio de Defensa (esta jugada de Putin, que se enroca en su posición insostenible con el nombramieno de Sedoy, Troshev no es más que un hombre de paja para aparentar, el que importa es quien está a su izquierda en la foto) o por el de Interior (Rosgvardiya, que no depende del odiado Shoigu), no parece que vayan a fructificar excepto como juegos de propaganda para los «patriotas» dentro de Rusia… y por poco tiempo (no habrá resultados y la gente abrirá los ojos a la realidad).
El mando militar ruso ha demostrado ser competente.
Wagner resuelve el problema de cómo organizar al lumpen-proletariado, indisciplinado, con formación deficiente, pero acostumbrado a asumir riesgos y ejercer la violencia despiadada, a la par que daba a los ministerios de asuntos exteriores y de defensa una herramienta para desplegar fuerzas de forma dictatorial, eliminando trámites parlamentarios.
Mi impresión es que la mascarada organizada después de la batalla de Bajmut, daba cobertura al movimiento de fuerzas, y tengo mis serias dudas a cerca de que Prigozhin esté muerto. Puede obedecer a la necesidad de dar descanso y reorganizar una fuerza muy desgastada, o tal vez fuese una operación de cara a prevenir movimientos de la OTAN en el Báltico o forzar a Ucrania a retener fuerzas desplegadas en torno a Kiev.
En cualquier caso, el lumpen-proletariado termina chocando con la formación deficiente y la falta de disciplina, emanante de su desvinculación de la producción, como elementos infranqueables, a la hora de progresar en la actividad militar. La única solución es formar y obligar a participar en la producción a la totalidad de la población, y, de momento, hacer lo que se pueda.
A nadie se le ocurre poner a dirigir un barco a un marinero sin más.
Se debe haber aprendido primero a leer una carta de navegación, usar un rádar, sonar, conocer las reglas internacionales de navegación, etc.
En mi trabajo, experimento a diario el mismo problema, en el ámbito productivo: la falta de mandos adecuados. Algo que requiere: 1-Base educativa sólida 2-Experiencia productiva en el sector 3-conocimiento de la teoría relativa a las leyes que regulan el ramo concreto de la producción 4-formación sobre cómo dirigir a otras personas.
Estos elementos, en España, hoy, no se pueden reunir, hasta que se produzca un proceso revolucionario que saque a la producción del atasco en el que se encuentra, porque choca con varios escollos:
1- La empresa privada capitalista no invierte en formación, porque es un gasto que corre a cuenta de un bolsillo privado, mientras que el depositario final de esa transformación de plustrabajo absoluto es un asalariado, a quien nadie puede impedir apropiárselo y venderlo a un tercero que no ha invertido nada pero lo pone a rendir como plustrabajo relativo embolsándose los beneficios.
2- Seguimos anclados en el divorcio entre teoría y práctica, más propio del siglo XIX. Nadie impide al asalariado enviar a su hijo a una universidad y pagar de su bolsillo una formación en dirección, pero ésta, está desvinculada de la producción, algo propio de la gestión parasitaria que los burgueses hacen de las empresas.
3- Las mismas deficiencias de este tipo de gestión de la producción, homogeneizadas en occidente, actúan como limitación de la producción, y mantienen a España como «un país de malas empresas y buenos negocios».