Desde enero Armenia es uno de los países que forma parte de la Unión Eurasiática, una decisión que el gobierno ha adoptado a pesar de la oposición de una parte importante de su burguesía que se ha manifestado -singularmente- en la oposición de la intelectualidad, los universitarios y los periodistas.
Un ejemplo es el artículo de la revista Expert, una especie de escisión de Kommersant ocurrida en 1995, conocida por ser un feudo de las posiciones del caballo de Troya occidental en Rusia. Las cinco ediciones regionales de Expert dan la medida de la complejidad social de Armenia.
El dilema de Armenia era como el de Ucrania hace un año: o con la Unión Europea o con la Unión Eurasiática que, en palabras del imperialismo occidental, no es otra cosa que Rusia, mientras que la Unión Europa no es Alemania en la misma medida. La oposición armenia vende la moto de la manera siguiente: un país se puede incorporar a la Unión Europa y seguir siendo independiente, e incluso se debe incorporar a Bruselas precisamente para asegurar su independencia. Pero asociándose con Rusia se convierte en un vasallo del Kremlin, como en tiempos de la URSS, de la III Internacional o de Stalin, lo cual esconde lo que para Armenia es el eje mismo de su supervivencia como nación: de lo que Armenia fue hasta el siglo pasado sólo queda la Armenia soviética; el resto ha desaparecido de los mapas.
Hay otro axioma que también se repite en la retórica e incluso en la jerga del periodismo: mientras Rusia es un sinónimo de dictadura, como la URSS, la Unión Europea es la democracia por antonomasia, los derechos humanos y el progreso. Este sencillo esquemita es el que le sirve de coartada a la intelectualidad armenia para «elegir» Europa. Su cabeza no da para más.
Como es obvio, esas decisiones tienen poco que ver con los derechos humanos y demás zarandajas que a nadie interesan. Hay otros factores mucho más importantes que la intelectualidad armenia pone sobre la mesa: Rusia mantiene estupendas relaciones con Azerbaián que no forma parte de la Unión Eurasiática y a la que vende armamento.
Pero desde la guerra del Alto Karabaj Azerbaián mantiene pésimas relaciones con Armenia. Por lo tanto, dicen, Rusia nunca va a poder asegurar la defensa de los intereses de Armenia. La Unión Europa sería un socio más fiable.
De este modo, a la oposición armenia se le ve el plumero. Tratan de reproducir a escala local el reparto de cartas que el imperialismo está llevando a cabo a escala mundial. En definitiva, tratan de crear otro conflicto al estilo de Ucrania, que en el Cáucaso tendría unas consecuencias mucho mayores.
Pero Moscú ha puesto encima de la mesa una oferta que Armenia no podía rechazar. Se quedará con el uno por ciento de toda la recaudación aduanera por las importaciones de la Unión Eurasática. Los armenios tendrá libertad de circulación en Rusia, lo cual es fundamental para un país como el caucáisco que tiene un 18 por ciento de paro y a muchos emigrantes que trabajan en Rusia y que envían 1.000 millones de ólares a su país cada año, el 10 por ciento del PIB y el 40 por ciento del presupuesto del Estado.
Para Rusia la incorporación de Armenia tiene un enorme interés estratégico: es su frontera con Irán, de manera que cuando en un futuro se levante el bloqueo contra aquel país, la importancia de Armenia se acrecentará.
De momento, Moscú tiene intención de reabrir la vieja línea ferroviaria que le unía con Ereven, la capital armenia, a través de Chechenia. No sólo supondría un alivio para la emigración armenia en Rusia sino la apertura al mundo de un país que ahora mismo está encerrado entre cuatro paredes.
(*) Зачем Армения и ЕАЭС нужны друг другу, http://expert.ru/2015/01/3/armeniya-i-eaes-nuzhnyi-drug-drugu/