Como toda la prensa, los suscriptores han disminuido drásticamente en los últimos tiempos y está en horas bajas. A pesar de los recortes, el año pasado cerró el balance con más de cuatro millones de euros de pérdidas.
Lleva años buscando una fuente alternativa de ingresos para evitar la quiebra. Ante la imposibilidad de recurrir abiertamente a la publicidad, está haciendo lo mismo que otras agencias, como Europa Press o Reuters: venderse al mejor postor, firmando oscuros contratos de propaganda para recaudar fondos de manera encubierta. Pero ya no se trata de vender perfume Cacharel sino de lavar la cara a gobiernos sátrapas o grandes multinacionales.
Por ejemplo, la agencia reconoce que en 2013 firmó en Astaná, la capital de Kazajistán, un contrato con el gobierno cuyos detalles no ha explicado porque existen “cláusulas de confidencialidad”. El contrato se disfraza como un “acuerdo de colaboración” con la agencia de noticias kazaja “Kazainform” en cuya firma, además del gobierno kazajo, estuvo presente Rajoy.
Es un negocio con varias facetas simultáneas: periodístico, político y capitalista. En el momento de la firma del contrato, además de Rajoy, estaban presentes una docena de empresas españolas con intereses en aquel país asiático. El contrato con el gobierno no sólo le lava la cara de sus actividades políticas sino que tiene, además, un componente económico: favorecer el turismo y las exportaciones de las empresas españolas en Asia, para lo cual es necesaria una “buena imagen” de España en Kazajistán y de Kazajistán en España, un intercambio de corresponsales y un flujo mayor de “informaciones”.
Tras la firma del contrato la agencia Efe organizó una corresponsalía muy barata en Astaná servida por dos periodistas locales. Al mismo tiempo la agencia Kazainform abrió una corresponsalía dentro de las instalaciones de Efe en Madrid.
Cuando las “noticias” empezaron a fluir, los afiliados de Comisiones Obreras de la agencia se quejaron: eso no eran “noticias” sino propaganda del gobierno de Nursultan Nazarbaiev, un sátrapa que preside el país desde 1991, que no respeta los derechos humanos, que censura la prensa, etc. En las entrevistas con los políticos kazajos “no hay preguntas comprometidas”, se muestran “cariñosos” con ellos, lamenta Comisiones Obreras. “No hay una cobertura crítica” de la situación interna del país, hasta tal punto que “el régimen” reproduce las “noticias” en sus medios de propaganda.
Todo eso está muy bien. Pero Comisiones Obreras protesta porque quien dirige la campaña publicitaria de Nazarbaiev dentro de la agencia Efe es Carmen Clara Rodríguez, su corresponsal en Astaná que fue presidenta por UGT del Comité Intercentros y recientemente ha sido ascendida a redactora jefe de la agencia.
Todo eso está muy bien. Pero Comisiones Obreras se atreve a ello porque el contrato de la agencia es con Kazajistán, un país paria, y sería bueno que denunciara contratos parecidos con otros países de mayor relieve o con multinacionales, que también exigiera una “cobertura crítica” en otro tipo de informaciones y que no siempre sean los mismos quienes soporten las “críticas” de los plumillas de la agencia, incluidos los afiliados a Comisiones Obreras.
La agencia Efe acabará como Canal 9, la desaparecida televisión valenciana. Empezará a ser menos “cariñosa” y más “crítica” cuando cierre sus instalaciones y despida a la legión de mercenarios que comen la sopa boba.
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Eso de la revolución no conviene porque, al igual que con los centrifugados, con ella lo que está en el centro de todo se iría a la periferia.