Ayer una delegación rusa encabezada por el viceministro de Defensa llegó a Niamey, la capital de Níger, para dialogar con el gobierno militares. Se trata de la primera visita oficial de un miembro del gobierno ruso al país africano desde el Golpe de Estado del 26 de julio que rompió los lazos tradicionales de entre Níger y sus antigos patrones.
La delegación estuvo encabezada por el viceministro ruso de Defensa, el general Yunus-Bek Yevkurov, y fue recibida el lunes por el presidente del gobierno militar nigerino, general Abdourahaman Tchiani.
Al término de esta reunión, las partes procedieron a la firma de documentos en el marco del fortalecimiento de la cooperación militar entre Níger y Rusia.
La diplomacia rusa se encuentra en una posición favorable en Níger, que ha denunciado los antiguos acuerdos de cooperación militar con Francia y ha obtenido la salida de los 1.500 soldados desplegados.
La delegación rusa viajó el domingo a Bamako, en Mali, otro aliado del Sahel. Los rusos negociaron con el gobierno varios proyectos de desarrollo para Malí, en materia de energías renovables y energía nuclear, así como cuestiones relacionadas con el suministro de fertilizantes, trigo y productos petrolíferos, indicó Alusseni Sanu, ministro de Economía y Finanzas.
Otros proyectos anuncian la construcción de una red ferroviaria y de tranvía, la creación de una aerolínea regional, así como proyectos de investigación y minería.
Los regímenes militares de Malí, Níger y Burkina Faso, unidos en una alianza defensiva, rechazan la influencia neocolonial francesa. El embajador Sylvain Itté fue expulsado y Macron se vio obligado a repatriar a su ejército.
En contraste, el general Salifou Mody, ministro de Defensa del nuevo gobierno nigerino, recibió al embajador chino, Jiang Feng, quien reiteró el apoyo de China a la transición.
Estados Unidos ha tomado una dirección diferente a la de Francia al reconocer al gobierno militar nigerino. La presentación de las cartas credenciales de la embajadora estadounidense Kathleen Fitzgibbon al ministro de Asuntos Exteriores nigerino, Bakary Yaou Sangaré, el 2 de diciembre, simboliza esa orientación diferente.
Los regímenes militares de Mali, Níger y Burkina Faso, los países del Sahel más afectados por el terror yihadista, se han unido en las últimas semanas para formar la Alianza de los Estados del Sahel.
El sábado Burkina Faso y Níger anunciaron, como Mali el año pasado, su salida de la organización de colaboración antiyihadista G5 Sahel, en manos de las potencias occidentales.
Es una defunción feliz: a lo largo de sus nueve años de vida el G5 Sahel nunca sirvió para nada. Ya sólo quedan Chad y Mauritania.