La cadena France 5 ha censurado la emisión del documental “Argelia, sección de armas especiales”, que denuncia el uso de armas químicas por parte del ejército francés durante la guerra de la independencia de la colonia norteafricana (1954-1962).
Originalmente la emisión estaba prevista para el 16 de marzo. El documental, dirigido por Claire Billet y basado en las investigaciones del historiador Christophe Lafaye, revela el uso sistemático de gases tóxicos (como el CN2D, una mezcla de cloroacetofenona y adamsita) contra combatientes del FLN y civiles en cuevas durante el conflicto.
La emisión del documental estaba programada para el domingo pasado, pero el 11 de marzo, France Télévisions anunció su cancelación. En su lugar, la cadena optó por emitir dos documentales sobre Rusia y Estados Unidos, justificando el cambio por “imperativos de la actualidad geopolítica”.
France Télévisions ha prometido reprogramar el documental antes de junio y el 12 de marzo lo puso a disposición en línea en su plataforma France.tv, aunque con acceso restringido en algunos países.
La censura es consecuencia de las tensas relaciones entre Francia y su antigua colonia, exacerbadas por debates sobre la memoria histórica. Las cadenas públicas argelinas emitieron el documental el 12 de marzo y criticaron a la cadena por tratar de ocultar los crímenes coloniales. La indignación creció tras la difusión previa del film por la Radio Télévision Suisse (RTS) el 9 de marzo.
Recientemente un conocido periodista francés, Jean Michel Aphatie, ha sido suspendido de empleo y sueldo de la emisora RTL de Luxemburgo porque en febrero, durante un programa matinal, comparó los crímenes coloniales franceses con los nazis.
Aphatie acabó abandonando la emisora y mantiene su postura crítica sobre los crímenes coloniales cometidos por Francia en el norte de África.
Terrorismo colonial, terrorismo de Estado
La historia de la colonización francesa en Argelia está marcada por un terrorismo de Estado que va mucho más allá de una simple guerra. El terror no estuvo sólo en los enfrentamientos armados, sino que formó parte de un sistema organizado de represión y despojo, diseñado para aniquilar toda resistencia y mantener la dominación colonial.
Estos actos no fueron excepcionales, sino parte de una estrategia militar sistemática. El objetivo era quebrantar física y moralmente a quienes se oponían al orden colonial. Desde el comienzo de la conquista de Argelia en 1830, el ejército francés impuso métodos de represión de extrema brutalidad, encaminados tanto a aplastar toda resistencia como a aterrorizar a la población civil para imponer su dominio.
Un ejemplo de aquella violencia planificada son las asfixias por humo, que consistían en ahumar las cuevas donde se habían refugiado familias enteras. Uno de los casos más famosos es el de las cuevas de Dahra en 1845, donde el coronel Pélissier ordenó encerrar a cientos de civiles, hombres, mujeres y niños, en cavidades naturales, antes de prender fuego para asfixiarlos. Los testimonios describen los gritos de las víctimas y el olor insoportable de los cuerpos quemados. Estos actos, lejos de ser aislados, se repitieron varias veces.
Los campos de concentración
Desde la colonización y más aún durante la guerra de liberación (1954-1962), la administración colonial levantó campos de concentración, una herramienta de control y desestructuración social, destinada a aislar a las poblaciones rurales de los combatientes de la resistencia. Estos campos, donde fueron confinados a la fuerza miles de argelinos, recuerdan en su funcionamiento a los campos nazis. Las condiciones de vida allí eran desastrosas: el hambre, las enfermedades, la falta de agua y de atención sanitaria causaban estragos. El objetivo era tanto obstaculizar la logística del Ejército de Liberación Nacional (ELN) como destruir la estructura social y económica de las aldeas sospechosas de apoyar la lucha independentista.
La represión colonial también se manifestó en ejecuciones sumarias, a menudo como represalia después de un ataque al ejército francés. Desde las primeras décadas de la invasión, los generales Bugeaud, Cavaignac y Lamoricière fusilaron sin juicio a prisioneros o sospechosos de formar parte de la resistencia. Esa práctica continuó durante la Guerra de la Independencia, donde el uso de pelotones de fusilamiento y ejecuciones extrajudiciales fue corriente.
El uso de la tortura no sólo fue tolerado por el Estado francés; fue sistematizado y fomentado como método de interrogatorio. En la década de los cincuenta el general Massu y los paracaidistas establecieron en Argel un sistema de tortura que utilizaba los electrodos (“gégène” en la jerga militar francesa), la bañera y el abuso físico y sexual para extraer confesiones a los prisioneros. Jean Marie Le Pen sobresalía en ese trabajo sucio, que generalmente tenía lugar a la vista de las mujeres y los niños en los patios de las casas de la “casbah” de Argel. La práctica no se limitó a los combatientes del ELN sino que se extendió a civiles, intelectuales y militantes.
Esos métodos no fueron resultado de iniciativas singulares, sino de políticas coloniales. El marco jurídico garantizaba la impunidad de los responsables de los crímenes. Lasa leyes excepcionales permitieron el encarcelamiento sin juicio, la introducción de la censura y la supresión de toda disidencia. El ejército francés gozó de un enorme grado de autonomía y los sucesivos gobiernos encubrieron sus prácticas terroristas.
Hasta el final de la guerra de liberación en 1962 esos métodos persistieron, demostrando que la represión colonial fue una política que perduró en el tiempo. Nunca fueron el resultado de simples “deslices“, sino más bien la expresión de un sistema basado en el terror y en la negación de los derechos del pueblo argelino.
El uso de gases tóxicos
El uso de armas químicas durante la guerra de Argelia sigue siendo un tabú, a pesar de que varias fuentes históricas y testimonios mencionan el uso de gases tóxicos por parte del ejército francés para reprimir la resistencia argelina.
El ejército francés hizo un uso extensivo del napalm, un arma incendiaria ya empleada durante la Guerra de Indochina. Hubo bombardeos de napalm en varias zonas montañosas donde estaban atrincherados combatientes del ELN. Testimonios de antiguos combatientes y civiles describen incendios terribles y la destrucción masiva de aldeas.
Algunos historiadores han confirmado el uso de napalm, aunque el ejército francés ha negado o minimizado durante mucho tiempo su uso. Documentos militares desclasificados muestran que efectivamente había grandes reservas de napalm disponibles en Argelia.
Varios testimonios dan cuenta del uso de gases tóxicos en cuevas donde se escondían combatientes del ELN y civiles, mientras los franceses también libraban una guerra aérea. Según fuentes locales y algunos veteranos franceses, el ejército utilizó bombas de humo y gases asfixiantes para expulsar a los combatientes de la resistencia o exterminarlos en sus refugios.
Un memorando del ejército que data de 1957 recomienda “el uso de granadas de gas o bombas de humo” para neutralizar a los insurgentes atrincherados.
El ejército francés también envenenó pozos en algunas regiones, particularmente en el Sáhara y en zonas montañosas, para privar al ELN de recursos hídricos. Esta táctica recuerda los métodos utilizados por el ejército colonial británico en Sudáfrica durante la Guerra de los Boers.
El ejército francés siempre ha negado oficialmente el uso de armas químicas en Argelia, aunque numerosos testimonios y pistas apuntan a prácticas clandestinas. El acceso a los archivos militares sigue siendo limitado y el reconocimiento oficial de estos hechos por parte del Estado francés sigue siendo inexistente.
La guerra de las cavernas
El uso de armas químicas en Argelia formó parte de una estrategia de guerra total en la que el ejército francés utilizó todos los medios disponibles para aplastar la insurrección. Si bien se ha probado el uso de napalm, los repetidos llamamientos de historiadores e investigadores para que se abran completamente los archivos militares han caído en saco roto.
En Francia ciertos documentos, en particular los relativos a las armas de destrucción masiva, pueden ser declarados “incomunicables” por tiempo indefinido. Los documentos relativos al uso de armas químicas, como el CN2D, durante la guerra de Argelia son especialmente sensibles. A pesar de la apertura de algunos archivos, el acceso a la documentación sigue siendo limitado, lo que dificulta la investigación histórica.
Se sabe de la existencia de secciones especializadas del ejército en la utilización de gases tóxicos para desalojar a los combatientes argelinos que se habían refugiado en cuevas. El documental de Claire Billet ofrece una valiosa perspectiva sobre esta cuestión. El uso de gases tóxicos se dirigió principalmente a las zonas montañosas donde los combatientes del ELN se refugiaron en cuevas, que también servían como depósitos de armas, centros logísticos y centros de tratamiento para los heridos.
Esas acciones fueron parte de la “guerra de las cavernas”, una estrategia militar destinada a eliminar a los combatientes del ELN utilizando armas químicas en entornos cerrados. Las montañas ofrecían un terreno ideal para los combatientes argelinos, que utilizaban las cuevas como refugios estratégicos para escapar de los bombardeos y las ofensivas terrestres.
Frente a la resistencia de los combatientes, el ejército francés adoptó la estrategia de atacar las cuevas con medios químicos y explosivos para aniquilar a los que se encontraban en su interior.
La masacre de Ghar Ben Chattouh
La masacre de Ghar Ben Chattouh, ocurrida el 22 de marzo de 1959 en la región de Aurés, fue uno de los episodios más trágicos de la Guerra de Argelia. Alrededor de 150 personas, entre ellas muchos civiles, murieron como consecuencia del uso de gas venenoso por parte del ejército francés en un complejo de cuevas inaccesibles.
Este acontecimiento ilustra la brutalidad de la represión y la confusión que a menudo se mantiene entre combatientes y civiles. Las cuevas de Ghar Ben Chattouh sirvieron de refugio a los combatientes del ELN, así como a los civiles que intentaban escapar de los combates. A pesar de las prohibiciones internacionales, en su estrategia de contrainsurgente el ejército francés recurrió a armas químicas para neutralizar esos refugios naturales.
La masacre permaneció desconocida para el público en general durante mucho tiempo. Sólo recientemente, gracias al trabajo de historiadores y el documental de Claire Billet se ha arrojado algo más de luz sobre estas prácticas criminales.
Cuando era imposible tomar el control de una cueva, el ejército francés utilizaba cargas explosivas para sellar las entradas y enterrar vivos a los combatientes que se encontraban en el interior. También se utilizaron excavadoras para bloquear el acceso con rocas y escombros.
En algunos casos, llenaron de agua las cuevas para ahogar a los combatientes de la resistencia.