Arseni Yatseniuk |
Ni siquiera el apoyo incondicional del imperialismo ha bastado para que “Yats”, como le llaman sus amiguetes en Washington, aguante, mientras el nombre del Presidente Petro Poroshenko ha salido a relucir en los “Papeles de Panamá”.
En una conversación de Victoria Nuland, número dos del Departamento de Estado, con el embajador estadounidense en Kiev, Geoffrey Pyatt, que se difundió en febrero de 2014 gracias a una filtración, aquella se refería familiarmente a Yatsniuk como “Yats”, alguien que no merecía ni su apellido completo.
Como Mouriño, “Yats is the One”, decía Nuland: “Nuestro hombre en Kiev”, el más “idóneo” para ocupar el cargo después del golpe de Estado en ciernes.
El desprecio hacia la Unión Europea no era menor que hacia Ucrania: “Fuck de EU” (“Que se joda la Unión Europea”, eran las palabras de Nuland, las auténticas, esas que a los políticos sólo se les escuchan cuando creen que nadie les oye.
Poroshenko y Yatseniuk, y tantos otros repartidos por el mundo, son ese tipo de sujetos mediocres que necesita el imperialismo, verdaderos hombres de paja cuyo papel se limita a estampar la firma en cualquier papel que el embajador de Estados Unidos le ponga delante de sus narices.
En Ucrania la mediocridad se pudo medir en sondeos de aceptación, que a “Yats” le daban unos porcentajes entre el 0,5 y el 3 por ciento. Ahora ni siquiera los suyos le quieren. “Nuestro hombre más idóneo” se va y los imperialistas necesitan un recambio, otro sujeto mediocre de la misma factura, como Vladimir Groisman, Presidente de la Rada. Pero en Kiev nadie mueve un músculo de la nariz sin el visto bueno de Nuland y el Departamento de Estado, por lo que antes de cualquier designación Poroshenko ha viajado a Washington a consultar a sus jefes más inmediatos.