Nicolás Guillén |
El rey sólo le permitió incluirlo en el mundo eclesiástico. Donne, de familia católica, se convirtió al anglicanismo. Su extensa obra usa la metáfora y también se vale de la paradoja y las analogías.
Del poema que incluimos se basó Ernst Hemingway para escribir su célebre novela ¿Por quién doblan las campanas?
¿Quién no echa una mirada al sol cuando atardece?
¿Quién quita sus ojos del cometa cuando estalla?
¿Quién no presta oídos a una campana cuando por algún hecho tañe?
¿Quién puede desoir esa campana cuya música lo traslada fuera de este mundo?
Ningún hombre es una isla entera por sí mismo,
Cada hombre es una pieza del continente, una parte del todo.
Si el mar se lleva una porción de tierra, toda Europa queda disminuida,
como si fuera un promontorio, o la casa de uno de tus amigos, o la tuya propia.
Ninguna persona es una isla: la muerte de cualquiera me afecta,
porque me encuentro unido a toda la humanidad; por eso, nunca
preguntes por quién doblan las campanas; doblan por tí.
Y de propina este del poeta negro cubano revolucionario -y tocayo- Nicolás Guillén titulado Canto Negro:
¡Yambambó, yambambé!
Repica el congo solongo,
repica el negro bien negro;
congo solongo del Songo
baila yambó sobre un pie.
Mamatomba,
serembe cuserembá.
El negro canta y se ajuma,
el negro se ajuma y canta,
el negro canta y se va.
Acuememe serembó,
aé
yambó,
aé.
Tamba, tamba, tamba, tamba,
tamba del negro que tumba;
tumba del negro, caramba,
caramba, que el negro tumba:
¡yamba, yambó, yambambé!
Quedémonos con la musicalidad del poema sin que nos importe mucho lo que dice, aunque se intuye.