El confidente forma parte del núcleo más cercano al presidente catalán y mantenía abierta una línea de colaboración. El 3 de julio el equipo de Gobierno de Puigdemont sufrió una de las remodelaciones más importantes de cara a la independencia. El presidente catalán cesó por pérdida de confianza a Jordi Baiget, hasta entonces conseller de Empresa.
Baiget protagonizó una entrevista en el diario El Punt Avui donde mostró públicamente sus dudas por el camino emprendido por Puigdemont. “Probablemente no podamos hacer el referéndum. Tendremos que hacer algo diferente”, explicaba Baiget, que mantenía poder “aguantar la prisión, pero no si van contra mi patrimonio”. Esa misma tarde, el presidente catalán le cesó por pérdida de confianza. En su lugar, nombró conseller a Santi Vila, el único de los dirigentes autonómicos que no se negó a declarar en la Audiencia Nacional y pudo salir bajo fianza.
Tras la entrevista, el pulso entre moderados y separatistas radicales dentro del Govern se tornó en un elemento clave para la Seguridad del Estado. Era importante detectar las grietas. Y fue ahí donde las informaciones aportadas por número dos de un área de la Administración catalana sirvieron para centrar la posición de cada miembro del Ejecutivo catalán.
La información llegó bajo la voluntad de abrir una línea de comunicación discreta y soterrada por parte de un ala más moderada dentro del Ejecutivo autonómico. Y sirvió para confirmar la ascendencia real de varias personas sin cargo político en la estrategia real desarrollada por Puigdemont y los suyos. Nombres como el del expresidente de la Asamblea Nacional Catalana (ANC) Jordi Sánchez o el del empresario y exconseller en la época de Pascual Maragall Xavier Vendrell, sobre el que el el confidente alertaba de su beligerancia.
El pasado nueve de septiembre, Vendrell amenazó públicamente a los partidos contrarios a la celebración del referéndum del 1-O en Cataluña: “Id con cuidado. Estamos en un momento histórico y nos acordaremos todos del papel que ha hecho cada uno”, declaró Vendrell en un acto convocado por la ANC.
Otro de los momentos más importantes de esta colaboración se produjo durante la jornada del 1-O. Desde primera hora, el alto cargo del Govern suministró datos concretos sobre las intenciones y los movimientos de Carles Puigdemont y varios consellers, encaminados a criticar las actuaciones policiales encaminadas a decomisar las urnas electorales, después de que el Tribunal Constitucional suspendiera la consulta.
Sin embargo, el flujo de información importante desde el seno del Ejecutivo de Puigdemont se frenó de forma paulatina tras la celebración del referéndum y la aprobación de la Ley de Transitoriedad que debía derivar en la independencia unilateral de la comunidad autónoma. ¿El motivo? fuentes vinculadas a la Seguridad del Estado explican que, desde aquel momento, el Govern de Puigdemon puso en marcha en todo su Ejecutivo el mecanismo que sirvió para garantizar la existencia de urnas en el referéndum pese a las investigaciones judiciales. Un sistema de compartimentos estancos donde cada responsable de área, cada conseller y cada secretario general conocía únicamente las labores que le eran encomendadas. Y que hizo mucho más complicado tener una visión general y completa de los planes independentistas.
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