Los mineros instalaron un campamento a los pies del yacimiento en el desértico norte de Chile, donde se extrae el cinco por ciento del cobre del mundo, y aseguran que van a continuar con la huelga, la más prolongada que los trabajadores han realizado en esa empresa.
El sindicato de trabajadores exige que la minera cumpla tres compromisos laborales: mantener los beneficios negociados hace cuatro años, los turnos de trabajo y que éstos sean extensivos también a los nuevos contratos. También piden un bono salarial y un aumento de sus ingresos en un siete por ciento.
Con los actuales precios en el mercado internacional del cobre a casi la mitad del que tenía en 2013, cuando superó los cuatro dólares por libra, la empresa afirma que el escenario mundial es ahora distinto.
El portavoz del sindicato minero, Carlos Allendes, resaltó que “es verdad que han cambiado los tiempos, pero lo que ellos [la empresa] rentan no lo gana cualquiera en el mundo. Nosotros pedimos nada menos que una tajadita de lo que ellos ganan en utilidades”, calculadas por el sindicato en unos 2.000 millones de dólares para 2017.
El sector minero en Chile está a la expectativa de lo que pase en La Escondida, ya que otras mineras deben iniciar negociaciones con sus sindicatos en los próximos días.
La huelga general en La Escondida es la última huelga en el marco de una antigua ley laboral chilena. El próximo 1 de abril arranca una nueva legislación en esa materia, que no permite los reemplazos de trabajadores y establece que el anterior contrato colectivo es el suelo de las nuevas negociaciones para los sindicatos y capitalistas.