Un detenido en Málaga por realizar pintadas contra la pandemia

El pasado viernes la policía detuvo a una persona por realizar más de un centenar de pintadas contra la pandemia en varios barrios de Málaga. Se trata de un hombre de 70 años que está acusado de un “delito de daños”, que en estos casos es el invento típico para justificar la represión de la libertad de expresión.

Las pintadas se realizaron en fachadas de viviendas de los barrios de Capuchinos, El Molinillo y El Ejido, con textos como “No hay covid 19”, “El virus está en la tele” o “¿Eres telecreyente?”. Los “daños” causados a los edificios ascienden a más de 25.000 euros, según informó ayer la Comisaría Provincial del Cuerpo Nacional de Policía.

La investigación se la encomendaron nada menos que a la Brigada Provincial de Información que, por lo visto, no tiene otra cosa más importante que hacer que localizar pintadas por los edificios de la ciudad. Naturalmente, para ello hace falta que los jefes y la Subdelegación del Gobierno tomen cartas en el asunto y se preocupen de acallar cualquier voz disonante.

La ardua tarea policial, prolongada durante varias semanas, consistió en llevar a la comisaría a los dueños de los edificios y comercios que han sido pintados para que pongan denuncia, inflen la cuantía de los “daños” causados por la pintura de las fachadas y luego llevar la “nota de prensa oficial” a los medios locales para que amplifiquen el drama que padecen los vecinos afectados por tan horrendo crimen.

Una vez que la policía monta el correspondiente revuelo, pasa a resolver el drama con la detención del pintor “gracias a la colaboración de los vecinos”, que de esta manera se acostumbran a la represión y no a la defensa de la libre expresión, para la cual ya no quedan requicios: la tele no informa, la radio no informa, la prensa tampoco y las redes sociales cierran las cuentas de contenido crítico.

Si en lugar de pintar, el vecino se pone a dar voces por la calle, lo hubieran encarcelado por el crimen de “desórdenes públicos” y llevado a un siquiátrico a fin de que los “expertos” le curen de su adicción a exponer lo que piensa. La nueva normalidad es más de lo mismo: todo el mundo puede opinar lo que quiera, pero que lo guarde para sí porque sólo se pueden expresar los de siempre.

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