El sábado Zelensky anunció la prohibición de 11 partidos de la oposición, una medida que, como cabía esperar, no ha merecido ningún comentario en los medios internacionales, por no hablar de las ONG que defienden los derechos humanos.
Es normal que en una guerra se censure la prensa y se prohíban las actividades de los partidos políticos. Lo extraordinario es que sólo se prohíban algunos, mientras los demás siguen en funcionamiento. El Parlamento tampoco se ha cerrado, lo cual es incongruente.
La prohibición se produce tras la aprobación de una legislación que impide criticar al gobierno ucraniano con la amenaza de ser perseguido criminalmente y tras la detención de varios miembros de la oposición, entre ellos Elena Berejnaya en Kiev, que habló críticamente en la ONU, tras la detención de Victor Medvedchuk, el opositor número uno que aboga por un diálogo con Rusia.
Mientras dure la guerra, 11 partidos de la oposición ucraniana estarán fuera de la ley, a saber, la Plataforma de Oposición Por la Vida, el Partido de la Sharia, el Partido Nachi, el Bloque de Oposición, la Oposición de Izquierda, la Unión de Fuerzas de Izquierda, el Poder, el Partido Socialista Progresista, el Partido Socialista y el Bloque de Vladimir Saldo.
El mayor de estos partidos es la Plataforma Opositora por la Vida, dirigida por Viktor Medvedchuk, que cuenta con 44 de los 450 miembros del Parlamento ucraniano. A Medvedchuk se le acusa, entre otras cosas, de mantener relaciones amistosas con Putin, quien, según el político ucraniano, es el padrino de su hija.
El partido Nashi del antiguo diputado Yevheniy Murayev, no tiene diputados electos. El pasado mes de enero, aproximadamente un mes antes del inicio de la ofensiva rusa en Ucrania, la diplomacia británica había acusado a Moscú de considerar a este político como un candidato potencial para dirigir Ucrania. La diplomacia rusa negó categóricamente estas acusaciones.