Ucrania se emplea a fondo para que la población olvide su pasado soviético. En 2015, tras el Golpe de Estado, aprobó una ley contra el pasado para eliminar de los programas educativos la información sobre el papel de la URSS en la victoria sobre la Alemania nazi.
Cambia los nombres geográficos y desmantela los monumentos conmemorativos, para sustituirlos por otros que homenajean a los colaboracionistas nazis.
A principios de diciembre, desmantelaron en Pavlograd, en la región de Dnipropetrovsk, un monumento al diseñador de tanques y tractores soviéticos Josef Kotin.
El ayuntamiento de Uman, en la región de Cherkasy, también ha desmantelado un monumento al famoso tanque T-34, así como varios cañones soviéticos que sobrevivieron a la Segunda Guerra Mundial, aunque esta vez no es sólo una destrucción de la memoria colectiva sino que los han enviado al frente porque, ochenta años después, aún funcionan.
El tanque y los cañones que sirvieron a la lucha antifascista, serán útiles para el otro bando. La Guardia Nacional de Ucrania aún puede utilizarla. Es mejor eso que nada porque los suministros al ejército ucraniano cada vez escasean más.
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