En una entrevista concedida al canal RTVS y retransmitida ayer por varios medios de comunicación, el Primer Ministro eslovaco, Robert Fico, se pronunció sobre la guerra entre Rusia y Ucrania.
Las declaraciones no proceden ni de Hungría ni de Rusia, sino de Eslovaquia, país miembro de la Unión Europea y de la OTAN. Pero no agradarán a Bruselas.
Cuando le preguntaron por la guerra, Fico declaró tajantemente: “Ucrania no es un país soberano e independiente. Ucrania está bajo el control y la influencia total de Estados Unidos”. Las declaraciones de Fico son aún más embarazosas porque fueron hechas unos días antes de su reunión con Zelensky.
Fico dejó claro que tiene intención de expresar al presidente ucraniano la negativa categórica de Eslovaquia a que Ucrania se una a la OTAN. “Le diré que estoy en contra de que Ucrania se una a la OTAN y lo vetará”, dijo. “Sería sólo el comienzo de una tercera guerra mundial y nada más”.
El Primer Ministro eslovaco no se anduvo con rodeos. Defiende con uñas y dientes la idea de que Ucrania es “uno de los países más corruptos del mundo” y explica que la vía militar que Occidente favorece no es una salida a la guerra.
Según el director de la Inteligencia Exterior de Rusia, la ya ha establecido en Ucrania una nueva administración colonial, incluyendo funcionarios ucranianos que fueron entrenados anteriormente en Occidente. De hecho, no es solo que Ucrania se convierta en colonia estadounidense, para ser correcto, el régimen de Kiev es la última colonia estadounidense en Europa después de Europa Occidental después de la Segunda Guerra Mundial, los estados bálticos y los antiguos estados socialistas en los Balcanes y dentro de Europa Oriental. En pocos días, el régimen nazi de Kiev celebrará su décimo aniversario y la forma en que el gobierno de Yanovich y Rusia habían permitido el golpe sin hacer la acción correcta para evitarlo sería un caso de estudio para los historiadores de este período crítico. Mientras que el país vecino, Bielorrusia, que estaba en la encrucijada de Occidente poco después de la desaparición de la URSS, se salvó gracias a su formidable KGB, que fue capaz de notar los primeros signos de las revoluciones de color ya comenzaron en 2003 y cortarlos de raíz, dispersando a los manifestantes, en su mayoría formados por estudiantes universitarios y otros grupos financiados y asesorados por sus patrocinadores extranjeros, los Estados Unidos y sus países europeos sustitutos, desmantelando las tiendas de los manifestantes erigidas en el centro de la capital, Minsk, expulsar a los periodistas extranjeros, apoderarse de sus materiales para transmitir y hacer propaganda similar a las mentiras occidentales y la propaganda anticomunista difundida por Voice of America, Radio Liberty, radio Europa libre durante la existencia del bloque socialista, tratando de adelantarse a los tribunales y poniendo en la cárcel a los conspiradores locales.