Ayudar a un país corrupto es alimentar la corrupción y ahora mismo el prototipo es Ucrania, porque los gigantescos paquetes han creado un gobierno clientelar y sumiso, más parecido a un protectorado que a un Estados independiente.
El sábado la policía ucraniana detuvo a un alto oficial del ejército por malversar 40 millones de dólares en las compras fraudulentas de morteros destinados a la guerra.
Los medios que han publicado la noticia, que son muy pocos, no han revelado el nombre del oficial y el gobierno tampoco porque Zelensky y los suyos suspiran porque Estados Unidos apruebe otro paquete de ayudas; otro más. La noticia no les viene nada bien y si se ha filtrado es por las fuerzas que dentro del Congreso se oponen a seguir poniendo dinero encima de la mesa.
En agosto Zelensky anunció la destitución de Oleksii Reznikov de su cargo de ministro de Defensa. Lo hizo en un discurso al país retransmitido por varias fuentes, pero sin demasiado alarde tipográfico.
“He decidido sustituir al ministro de Defensa de Ucrania. Oleksii Rezkinov ocupó este cargo durante más de 550 días de una guerra a gran escala. Creo que el ministerio necesita nuevos enfoques y nuevos formatos de interacción tanto con los militares como con la sociedad en su conjunto”, dijo Zelensky.
El despido de Rezkinov se produjo tras una revelación hecha en enero que le acusaba de estar implicado en un grave asunto de corrupción: el sobreprecio de las raciones de alimentos destinadas a las tropas que combaten en el frente.
En aquel caso el desfalco ascendía a 326 millones de euros y el nombre de Rezkinov no aparecía en los contratos firmados, lo cual no le eximía de responsabilidad.