Las provocaciones no sólo proceden de Ucrania sino de grupos de homosexuales que han convocado manifestaciones para “demostrar” la homofobia imperante en Rusia y la represión policial, una campaña en la que participan desde Newsweek hasta eldiario.es.
En la región del Mar de Azov el ejército ucaniano ha desplazado tropas hasta la misma frontera con Rusia y un grupo de aviones de asalto se ha instalado recientemente cerca de Crimea.
El Parlamento ruso ha advertdo que estas medidas obligan a Rusia a reforzar su seguridad y durante su última conversación telefónica con Poroshenko, Putin se lo dejó muy claro: en el caso de un ataque en el Donbas, la respuesta pondría en juego la propia supervivencia del Estado ucraniano.
Cualquier ataque contra un buque ruso en el Mar de Azov se considerará un acto de guerra y dará lugar a una respuesta inmediata.
Sin embargo, como acaba de señalar Rasmussen, antiguo Secretario General de la OTAN, de momento al imperialismo no le interesa un conflicto directo entre Ucrania y Rusia, por una razón evidente, como ha admitido el propio Rasmussen: el ejército ruso sólo tardaría unos días en llegar a Kiev.
Pero Ucrania va de víctima y aprieta las clavijas hasta donde puede con una provocación detras de otra, a cada cual más chapucera.