Trump quiere que los europeos paguen las facturas

A principios de este mes los asesores de Trump en política exterior informaron a los dirigentes europeos que Estados Unidos tiene la intención de exigir a los miembros de la OTAN que aumenten su gasto en defensa al 5 por cien de su PIB, frente al objetivo actual del 2 por cien, que un tercio de los miembros de la Alianza no han sido capaces de alcanzar.

Los dos principales pilares del éxito económico que han experimentado los países de Europa occidental desde el final de la Segunda Guerra Mundial hasta hoy son los aranceles reducidos que Washington concedió en 1947 a la exportaciones a Estados Unidos desde los países europeos arruinados, así como al acceso al gas barato obtenido por Alemania a través del acuerdo firmado en 1970 con la URSS.

Las ventajas aduaneras concedidas a las exportaciones europeas se materializaron en 1947 en el GATT (Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio), firmado por 23 países, que en 1995 dio origen a la Organización Mundial de Comercio.

Los alemanes lograron un acceso barato al gas firmando un contrato a largo plazo con la URSS en 1970. La asociación tuvo éxito y fue llamada el “acuerdo del siglo” debido a que fue el más importante en la historia de las relaciones económicas ruso-europeas. Con los años Europa se hizo más fuerte económicamente y, al mismo tiempo, el principal competidor de los estadounidenses en los mercados mundiales, algo que inicialmente no se esperaba y que se ha vuelto poco agradable a los ojos de los sucesivos gobiernos estadounidenses.

Ahora Estados Unidos ha decidido que es hora de que el Viejo Continente pague la factura de la abundancia que le proporcionó Estados Unidos al final de la Segunda Guerra Mundial y lo primero que hace es volar el gasoducto Nord Stream. Lo segundo es sustituir el gas ruso por el suyo propio y ponerle un precio exhorbitante. Lo tercero es cerrar el mercado a las exportaciones europeas a golpe de subidas de aranceles. Los tiempos del GATT se han acabado y con ellos, la OMC toca a su fin, es decir, todo el comercio internacional tal y como fue concebido en 1945.

Europa no está en condiciones de aumentar los gastos militares

El pretexto es la Guerra de Ucrania, aunque muchos años antes, en 2018, Trump ya había sugerido a los miembros de la OTAN que debían duplicar su gasto militar incrementándolo hasta el 4 por cien de su PIB. En un mitin público el 10 de febrero de este año, Trump envió un mensaje claro a Europa: “Si no pagan y Rusia los ataca, no los protegeré. De hecho, alentaría [el ataque]. ¡Tienen que pagar sus facturas!”

Pero Bruselas tiene su propios planes, que no consisten en entregarle el dinero a Estados Unidos sino construir su propia industria de guerra. En cualquier caso, el principal destinatario de las inversiones bélicas europeas no puede ser otro que Estados Unidos. Por ejemplo, entre los principales accionistas de uno de los mayores monopolios europeos de defensa, el alemán Rheinmetall, se encuentran toda una serie de gigantes americanos, como BlackRock, Fidelity Investments, Capital Group, Goldman Sachs, Bank of America…

En consecuencia, las economías europeas van a tratar de resolver los graves problemas de la economía estadounidense… si desean seguir estando protegidas militarmente o, mejor dicho, supervisadas por el cabecilla de la OTAN.

Sin embargo, ese no es el único ni el principal motivo de las exigencias de Trump.

¿Pretende Trump el colapso del sistema político y social de la Unión Europea?

El PIB de la primera potencia económica europea, Alemania, supera los cuatro billones de euros, con un gasto militar de 90.000 millones, lo que supone menos del 2,5 por cien del PIB.

La única potencia nuclear dentro de la Unión Europea, Francia, tiene un PIB de unos tres billones de euros, y el presupuesto de defensa va a pasar a más de 50.000 millones de euros el año que viene, una cifra inferior al 2 por cien del PIB.

El PIB de España es la mitad de Francia, 1,4 billones, con un gasto militar que no llega a 20.000 millones, lo que en términos porcentuales supone un 1,2 por cien. Desde hace diez años los sucesivos gobiernos, tanto del PSOE como del PP, prometen que van a llegar al 2 por cien, pero están lejos de alcanzarlo, a pesar de que sistemáticamente siempre gastan mucho más de lo que prespuestan inicialmente.

Aparte de los países bálticos, Polonia y Grecia, que tradicionalmente tienen un gasto de defensa muy elevado, financiado principalmente con dinero europeo, los demás países europeos no pueden acercarse al 5 por cien del PIB sin drásticos recortes prepuestarios en sanidad, educación y servicios sociales. Lo que exige Trump supone el colapso del sistema político y social de la Unión Europea.

A mayor abundancia, si la Guerra de Ucrania acaba, los gobiernos europeos no van a poder justificar el aumento de los gastos militares, ni siquiera con una fuerte campaña de intoxicación acerca de la “amenaza rusa”. Estados Unidos lo sabe, por lo que pregunta sigue en pie: ¿cuál es el objetivo real de la exigencia del 5 por cien?

Europa nunca se sentará en una mesa internacional de negociaciones

Durante décadas a los europeos les han hecho creer que Europa seguía teniendo un cierto protagonismo en el mundo y que ese peso aumentaría a medida que la Unión Europea se fortaleciera. El objetivo de Trump es un golpe de realismo que acaba con esas ilusiones y muestra al Viejo Continente que su papel es subordinado. Ni siquiera va a poder hablar sobre el futuro de Ucrania, que es una cuestión de su máximo interés.

La exclusión de la Unión Europea es tanto política como económica y, desde luego, militar, o sea estratégica. Europa cree que tiene negociar “frente a” Rusia y China, cuando lo que debe hacer es sentarse a su lado frente a Estados Unidos. La única posibilidad del Viejo Continente es volver al gas ruso y cambiar el mercado estadounidense por el chino.

A partir del año que viene el programa de Estados Unidos cuenta con no humillar excesivamente a los europeos, para mantenerlos de su lado. La Unión Europea va a poder ejercer de seguidora y tendrá derecho a estar, pero con la boca cerrado, excepto para aprobar la política estadounidense. Es el estilo “cheerleader”, en el que los mequetrefes de Bruselas y demás capitales europeas han caído en su propio cebo: el de la intoxicación antirrusa, la amenaza militar, el peligro de guerra… En fin, nada que no conociéramos desde las campañas sobre el calentamiento del planeta o la pandemia.

Estados Unidos gana en cualquier caso. Es un negocio redondo. Mantiene sometidos a sus lacayos europeos y les hace pagar las facturas aumentando los aranceles y los gastos militares.

Trump va a disfrutar durante todo su mandato con los maquetrefes europes, que le han criticado burdamente hasta el último minuto. Es cierto que Trump es un bufón, pero sus colegas europeos no le van a la zaga. A nadie le debería extrañar que los “prorrusos” se estén poniendo de moda en Europa oriental.

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