Desde 2020 la relación entre Trump y TikTok ha experimentado un viraje importante. Durante su primer mandato, intentó prohibir la aplicación china en territorio estadounidense, acusando a ByteDance, la empresa matriz de TikTok, de algo tópico: recopilar datos de los usuarios para el beneficio del gobierno chino.
Incluso firmó un decreto ordenando la venta del negocio a empresas estadounidenses, una iniciativa que finalmente terminó en un fracaso ante los tribunales.
El 27 de diciembre Trump hizo una intervención inesperada ante el Tribunal Supremo de Estados Unidos. A través de sus abogados, pidió la suspensión de la ley aprobada en abril por el Congreso, que amenaza a TikTok con una prohibición si ByteDance no vende sus actividades americanas antes del 19 de enero.
La petición se produce cuando el Tribunal se disponía a examinar la constitucionalidad de esta legislación el 10 de enero, tras un recurso presentado por TikTok.
En su escrito al Tribunal, los abogados de Trump destacan su experiencia única en negociación y su legitimidad electoral para manejar este delicado tema. Trump quiere posponer cualquier decisión sobre TikTok hasta su regreso a la Casa Blanca, creyendo poder encontrar un compromiso con la empresa china.
La propuesta contrasta con la ley actual, aprobada por abrumadora mayoría por el Congreso, que pretende contrarrestar los supuestos riesgos de espionaje chino entre los 170 millones de usuarios estadounidenses de la aplicación.
Tanto el caso de TikTok como el de Huawei ponen de manifiesto que la tecnología china ha empezado a ponerse por delante de la estadounidense en un terreno donde los mercados son muy amplios y tienen mucho futuro.