José Ángel Fernández Villa |
De él decían que le bastaba con descolgar el teléfono para que José Luis Rodríguez Zapatero se pusiera al instante. Y con más rapidez aún, si cabe, el entonces ministro de Industria, Miguel Sebastián. Así era la influencia de José Ángel Fernández Villa en aquellos años, cuando encabezada a SOMA-UGT en Asturias, cuna del sindicalismo minero, pata negra en la organización.
Sus fotos con la “creme de la creme” del zapaterismo hicieron época, pero mientras levantaba el puño y ponía pose de minero, uno de los oficios más duros y mitificados, se aprovechaba de ellos para enriquecerse con un “modus operandi” muy similar al de sus “compañeros” andaluces de la época de los ERES: desviaba fondos públicos, destinados a causas nobles y obreras, a su propio bolsillo.
El Tribunal Supremo acaba de confirmar su condena a tres años de cárcel por apropiación indebida de 234.000 euros en dietas para el sindicato, por su asistencia a los consejos de Hunosa, que en realidad se quedó para sí mismo. La punta del iceberg, nada más, de una sombra inmensa que rodea su actividad durante 34 años al frente del sindicato.
Un informe de la UCO, difundido en septiembre de 2019 por El Mundo, elevaba a 31 millones de euros el dinero que aquella UGT despistó de una gran subvención lograda, tras forzar al Gobierno a cambiar incluso leyes, con la excusa de construir un geriátrico para mineros. Este episodio, sobre el que aún pesan las dudas, resume mejor la carrera de Villa.
Aquel muchacho que amamantó la vida minera desde niño, cuando veía a los exhaustos mineros de su Langreo natal, reponer fuerzas con las potentes comidas de cuchara que su padre servía en Casa Hermógenes.
Allí prendió la llama sindical que ahora se ha apagado de golpe, entre escándalos y episodios de codicia que darán con sus huesos en la cárcel y se resumen en un hito: él fue uno de los beneficiarios, en 2012, de la amnistía fiscal de Cristóbal Montoro, que le permitió supuestamente repatriar 1,2 millones de dudoso origen.
Villa, que llegó a ser senador del PSOE entre 1999 y 2003, es ahora un apestado. Pero también un símbolo de una época de rapiña que destrozó la imagen del sindicato, entre los lujos de su capo en Asturias y las mariscadas de su élite en Andalucía.
La sentencia del Tribunal Supremo es un epitafio demoledor en su totalidad, pero en especial por este párrafo: “Se desprende una conducta ininterrumpida desde el año 1989 hasta el año 2012 en la que el recurrente, prevaliéndose del ejercicio de sus cargos sindicales, hizo suyas diversas cantidades de las organizaciones que representaba, no dándoles el destino que les correspondía, existiendo un dolo de continuidad en todos los hechos”.
https://www.esdiario.com/812458804/El-otro-sindicalista-que-se-forro-en-Asturias-sin-necesidad-de-manipular-ERES.html