El 24 de mayo un dron marítimo cargado de explosivos enfiló hacia el buque de la inteligencia rusa Ivan Khurs. El buque vigilaba el gasoducto Turkstream y disparó contra el dron, que explotó. Los rusos afirman que, además, destruyeron otros dos drones.
A partir de ahí las fuentes divergen y no hay información solvente para asegurar que el buque ruso padeciera daños, como aseguran los altavoces oficiosos de la OTAN.
Pero no es eso lo más interesante del ataque. El objetivo era eliminar la protección rusa para que la OTAN pudiera volar el gasoducto sin obstáculos.
El Turkstream transporta gas a Turquía y Hungría con una capacidad anual de 31.500 millones de metros cúbicos y consta de dos líneas marítimas de 930 kilómetros de longitud y dos líneas terrestres separadas de 142 y 70 kilómetros.
Tanto Turquía como Hungría son países pertenecientes a la OTAN, a pesar de lo cual los imperialistas los consideran a ambos como prorrusos. La OTAN se creó para proteger a los países miembros, pero ¿quién les protege de las agresiones de la propia OTAN?
En consecuencia, estamos ante un caso similar a la voladura del NordStream el 26 de setiembre del año pasado.
El nuevo intento de sabotaje se produjo sólo unos días antes de las elecciones presidenciales en Turquía.
Desde luego la destrucción del gasoducto también hubiera supuesto un duro golpe para el gobierno de Viktor Orban en Hungría, un país que este invierno se libró de la crisis energética que padecieron los demás países de la Unión Europea.
La OTAN llevó a cabo la operación en el Bósforo, a unos 130 kilómetros de la costa turca. La distancia entre el buque ruso y la costa ucraniana indica que se necesitaba información en tiempo real para localizar y apuntar contra el Ivan Khurs.
Ucrania carece de medios de vigilancia de largo alcance y depende de los de la inteligencia estadounidense. Al parecer la fuente de dicha información fue un dron aéreo estadounidense RQ-4 que se encontraba en las inmediaciones y transmitió al dron marítimo.
El ejército ruso no ha dudado en derribar drones estadounidenses, pero sólo sobre el Mar Negro, cuando amenazaban la seguridad de Crimea u otras zonas críticas donde se encuentran sus tropas.
Si el RQ-4 participó en el ataque contra el Ivan Khurs, los rusos podrían cambiar de actitud y empezar a amenazar a los buques de la OTAN en el Mar Negro y el Bósforo, e incluso más allá.
La destrucción del NordStream envalentonó a los imperialistas, que siguen dando pasos hacia el abismo. A diferencia de los alemanes, que se vieron intimidados por Estados Unidos y callan sobre los responsables de la agresión, el caso de Turquía y Hungría podría ser diferente.