Sin embargo, el hecho de que la Casa Blanca y la CIA son los principales instigadores de “horrores” y guerras alrededor del mundo ha sido tratado en miles de artículos en diversos países y medios informativos. Además, la comunidad internacional ha urgido a numerosas organizaciones no gubernamentales para iniciar una investigación internacional sobre las actividades de Washington y la CIA, y sobre los montajes que permiten a políticos corruptos sacar beneficio de los numerosos “programas de entrenamiento de fuerzas de oposición” a expensas de los contribuyentes norteamericanos.
Al mismo tiempo, esas élites políticas que ya se han corrompido están convencidas de que no habrá ninguna persecución de sus acciones, asumiendo que pueden continuar tranquilamente ejerciendo en otros países a efectos de aumentar aún su riqueza, creando una atmósfera de inestabilidad mundial.
Esto ha sido confirmado una vez más por el New York Times, que informa que las armas proporcionadas por Estados Unidos y Arabia Saudí a Jordania, en donde militantes de la denominada “oposición siria” están siendo adiestrados, fueron robadas y vendidas sistemáticamente en el mercado negro. El número exacto de armas robadas no se ha mencionado, pero el diario lo describe como un chorro, lo que sugiere que el número es considerable. Estas armas están siendo transportadas por la CIA y el Pentágono al exterior, en donde grupos criminales las están vendiendo a toda clase de delincuentes y grupos terroristas. Especialmente esas armas se emplearon en un ataque armado en Amman el pasado noviembre, con el resultado de cinco personas muertas, incluyendo dos ciudadanos norteamericanos, destaca el New York Times.
Los representantes de la CIA aun no han comentado nada sobre este incidente. ¿Cómo podría explicarse el fracaso de una red criminal bien implantada que permite a personalidades del “establishment” norteamericano hacerse más ricos? Es significativo que el pasado año el presidente Obama estaba decidido a revisar los programas de entrenamiento en Jordania, Arabia saudí, Qatar y los Emiratos Árabes Unidos debido a que después de haber gastado 500 millones de dólares de los contribuyentes, entregados a la CIA para financiar este proyecto, hasta ahora no se ha presentado ningún resultado.
Mientras, la CIA sigue vendiendo armas a varios grupos terroristas en Siria, Libia, Irak, Yemen y otros países, algo repetidamente mencionado por medios de información occidentales.
Sin embargo, las armas ligeras y los lanzacohetes no han sido las únicas mercancías que la CIA vende a precio de ganga, porque sus agentes están comerciando también con componentes para armas de destrucción masiva, permitiendo por ejemplo a los militantes del Califato Islámico construir las denominadas “bombas sucias”. Esto se ha mencionado recientemente por el Wall Street Journal, Global Research y otros medios. Los llamados “hechos accidentales” que permiten que llegue armamento fabricado en Estados Unidos a las manos de criminales y extremistas no sólo se han visto en Oriente Medio, en donde Washington está comprometido en “esfuerzos” para derribar varios gobiernos no deseados, sino también en el mercado internacional de armas.
Por ejemplo, la operación “Fast and Furious” que lanzó el ATF (Oficina de Alcohol, Tabaco, Armas de Fuego y Explosivos) que tenía como supuesto objetivo trazar los canales ilegales de aprovisionamiento de los cárteles de la droga en México, acabó en un escándalo total cuando se reveló que durante el curso de la operación el ATF estaba suministrando a criminales con armas de fuego auténticas. Y la lista de escándalos similares sigue y sigue.
Excepto la Casa Blanca, la CIA y el Pentágono, prácticamente todo el mundo conoce las consecuencias desastrosas que estas acciones pueden tener para la seguridad internacional. Debe restablecerse el orden en el comercio internacional de armamento y aquellos culpables de armar criminales y terroristas deben ser reos de un severo castigo. Es la hora de que las Naciones Unidas y el Tribunal Internacional tomen cartas en el asunto de investigar las actividades criminales de Washington y sus cómplices.