El Estado está en bancartota y, como suele ocurrir en estos casos, la investigación del Juzgado está sacando a relucir los trapos sucios. Altos miembros de los aparatos de seguridad del Estado mantienen crudas luchas intestinas entre sí. El CNI acusa a la policía de escuchar a varios de sus espías sin autorización judicial. Por su parte la policía dice que actúa por orden judicial.
Ni siquiera necesitan la ley mordaza para vigilarse unos a otros. El CNI dice que Asuntos Internos y la Brigada de Información han pinchado varios teléfonos para intentar desenmascarar otra trama del espionaje en la que vuelven a manipular pruebas que implican a Francisco Nicolás, en línea con las acusaciones que realizó el propio joven en una de sus últimas apariciones en televisión.
La policía desmiente estas acusaciones señalando que nunca actúan así. Varios maderos han asegurado a El Confidencial que nadie se jugaría el sueldo por intentar desenmascarar a dos espías del CNI. Estas fuentes aseguran que el CNI está de los nervios por sus vínculos con Francisco Nicolás.
La policía acusa al CNI de querer acaparar el protagonismo en torno a la trama del joven agente. Ellos insisten en que el caso del joven ha sido investigado por Asuntos Internos por la estrecha relación que mantenía el CNI con Francisco Nicolás.
En su repuesta la policía reconoce la gravedad de las acusaciones, pues Asuntos Internos es una unidad especial controlada por las más altas instancias del Estado. Las insinuaciones del CNI implican directamente al director adjunto operativo de la policía. En un tramo de la conversación que grabó el Juzgado, el director y los dos espías se ríen a carcajadas por uno de los fraudes cometidos por el joven.