Talión

N.Bianchi

Mala fama -mala prensa, diríamos hoy- tiene la Ley del Talión. Y, sin embargo, supuso un progreso frente a la antigua venganza como trasunto de justicia retributiva. La pasión de la venganza es una de las más primitivas, prístinas, del alma humana. Sus raíces están en el instinto de conservación del hombre y, más precisamente, en la tribu y el clan. El clan ofendido se venga matando a no importa qué miembro del clan ofensor. Las Erinias de la mitología griega adolecen de una inextinguible sed de sangre, de venganza. Después, en las culturas agrarias y con la aparición del Areópago y el arbitraje que ya buscaba el «culpable» concreto y no cualquier sujeto -o «chivo expiatorio» otrosí pharmakos que se llevaba todas las ostias de los males inexplicables sufridos por la polis, el «capacico de las ostias»-, las feroces Erinias se llamaron las Euménides o Buenas Diosas.

El Talión (ojo por ojo, llaga por llaga, etc.) que aparece en el «Éxodo» puede solamente dar satisfacción -seguimos aquí a Paul Lafargue– a los sentimientos igualitarios de los pueblos comunistas primitivos. El Talión no sería más que la aplicación de la igualdad en punto a satisfacer una injuria. Es la expiación equiparada a la ofensa pues sólo un castigo igual a la ofensa cometida puede satisfacer la psique igualitaria. El reparto y distribución igualitaria de los alimentos creó el Talión. Y no, por ejemplo, la idea de Justicia (con mayúscula) y ello porque, como afirmara Hobbes, antes de surgir la propiedad, «en estado natural, no existía la injusticia» o Locke quien sostenía que «donde no hay propiedad no hay injusticia». Una vez constituida la propiedad privada, la sangre ya no pide sangre: pide propiedad o dinero como satisfacción. El Talión, su Ley, se ha transformado.

Según la leyenda, el precio de Abdallah, padre de Mahoma, fue fijado en cien camellos. Y en el versículo 173 de la Sura II del Corán se habla de pena del Talión por el asesinato. El talión, pues, reglamentado y limitando la venganza, domina la pasión invencible del hombre (salvo los alucinados que hablan del «Eje del Mal», gente perturbada que quiere perturbar volviéndonos perturbados, pero, evidentemente, saben lo que hacen aunque no calculen las consecuencias de sus criminales actos). Que haya presos/as políticos a punto de cumplir casi treinta años de prisión sólo puede obedecer a un Estado sádico (hay sádicos que no son fascistas como, por ejemplo, los insufribles chistes de Argiñano) que se venga de sus víctimas más allá de su propia lógica represora y «ejemplarizadora» y escarmentadora, pues la justicia nunca puede ser «ejemplar», sino «justa», al menos en un Estado burgués formalmente democrático, o sea, que guarda las formas. Pero no aquí, un Estado débil con el cuchillo permanentemente en las fauces tratando a la gente como perros, como «perros» que acabarán mordiendo… y no precisamente a la mano que les da comer (esos son otros perros, otros bull-dogs).

comentario

  1. ● ¡Qué complejo es todo! Resulta que el alto mundo de conocimientos y superioridad humanística en que supuestamente vivimos, a mí *no* me lo parecen tanto, cosa en la que vuelvo a parar después de haber leído este trabajo (gracias por él; casa muy bien con mi alma en rebeldía y estado salvaje; porque ya no doy más perdón, porque no tengo, ni sudor, ni paciencia…, ni hago ritos… goo.gl/Ib1lFO y goo.gl/mYPQc0).
    ● Y *no* precisamente porque los antiguos divinizasen la naturaleza toda (digo debido a que al trasfondo de este trabajo lo que en realidad tenemos es de la divinización o tratamiento religioso de los sentimientos naturales, más o menos primitivos -más o menos ciegos-, por el mundo antiguo). Sino porque *por* contraposición a los antiguos, nosotros aceptamos alimentar a los más grandes parásitos que, en base a oscuros intereses "ca-pi-ta-lis-tas" (por tanto *no* tan oscuros para algunos), divinizan lo inconcebible para cabezas humanas (capitalismo vs comunismo pues, en el terreno religioso). Con respecto a lo inconcebible, decir:
    — Al menos eso me sucede con respecto a las modernas clases de dioses del monoteísmo -que personalmente soy incapaz de concebir-, pero que veo que de cara a los no sabios -el vulgo-, se contraponen esas "concepciones" (comillas sólo las justas) exitosamente al antiguo pensamiento del eterno retorno de todas las cosas; en lo más grande -el cosmos que en la actualidad los científicos tratan de explicar mediante la física, astrología y demás-; como en lo más pequeño, que se trata de explicar mediante las ciencias naturales -como la biología- y sociales -como aquella psicología que nos aclara que el hombre es la "posibilidad" de continua autosuperación.
    — Sobre lo que acaece en el alma humana con motivo de ese proceso de autosuperación -que no excluye el medio y algunas náuseas a éste debidas por las dudas que se deben superar por quienes, "provenientes de abajo", *sufran* el proceso de la autosuperación-, no conozco a nadie que lo explique como lo hace Friedrich Nietzsche a lo largo de muy diversos capítulos de su Zaratustra, aunque también me impactó seriamente lo que alcancé a entender de mi lectura del «Tratado del Amor, de Ibn Arabi -en versión de Maurice Gloton-, Editorial Edaf, Colección Arca de la Sabiduría».
    ● ¡Jodido tú! ¡Vaya que si me has puesto a cavilar! Cordial saludo

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