La semana pasada el suministro de combustible cayó en Sri Lanka por debajo de su valor diario, paralizando el transporte público en un país que se enfrenta a su peor crisis económica desde la independencia en 1948.
El ministro de Energía, Kanchana Wijesekera, declaró que las reservas de gasolina del país se situaban el domingo en unas 4.000 toneladas, ligeramente por debajo del nivel de consumo habitual de un día.
“La próxima entrega de gasolina se espera entre el 22 y el 23 de julio”, dijo el ministro. “Hemos contactado con otros proveedores, pero no podemos confirmar nuevas entregas antes del día 22”, añadió.
Las colas en las gasolineras se extienden a lo largo de varios kilómetros en la capital, Colombo. Pero en la mayoría de ellos, no hay diésel ni gasolina a la vista desde hace varios días.
Como consecuencia de la escasez de combustible, los autobuses privados, que constituyen dos tercios de la flota del país, redujeron sus servicios.
“Llevamos unos 1.000 autobuses en todo el país de un total de 20.000”, dijo Gemunu Wijeratne, presidente de la Asociación de Operadores de Autobuses Privados. “La situación seguramente empeorará mañana porque no tenemos forma de conseguir gasóleo”, añadió.
Los viajeros hacen señas a los pocos vehículos que circulan por las carreteras, con la esperanza de ser recogidos.
La mayoría de las oficinas y comercios están cerrados, pero se espera que la situación empeore.
Todas las instituciones gubernamentales “no esenciales”, así como las escuelas, han recibido la orden de cerrar hasta el 10 de julio para reducir los desplazamientos y ahorrar energía.
Durante meses, los 22 millones de habitantes de la isla han vivido con apagones diarios, racionamiento de combustible y alimentos, y una inflación galopante.
La grave escasez de divisas no permite importar suficientes alimentos, combustible y otros bienes esenciales.
Incapaz de pagar su deuda externa de 51.000 millones de dólares, el gobierno se declaró en suspensión de pagos en abril y actualmente negocia con el Fondo Monetario Internacional un rescate.
En primavera se produjeron importantes movilizaciones populares contra el desabastecimiento que costaron la vida a ocho personas, al menos.