El New York Times ha vuelto a ser la comadrona de la nueva caza de brujas, dirigida esta vez contra la Radio Sputnik porque, ya ven, esto va así: una insignificante radio de Washington tiene más influencia que las grandes cadenas audiovisuales, como CNN, CBS, ABC y demás (sin contar a la Fox que jugaba a favor de Trump).
Un antiguo periodista de Sputnik acreditado en la Casa Blanca ha sido interrogado por el FBI. Las sospechas son horribles: Radio Sputnik no hace periodismo sino propaganda. ¿Comprenden la diferencia? Hay que cerrar los medios que hacen propaganda, sobre todo si es rusa no vaya a ser que todos acaben convertidos a esa nueva religión (la pro-rusa).
El FBI ya se ha apoderado de la correspondencia interna del medio. ¿Sigue siendo el secreto profesional un derecho? Si Ustedes se hacen esa pregunta es porque no han entendido los entresijos de este enredo: el derecho al secreto profesional sólo ampara a los profesionales, no a los propagandistas.
¿Lo pillan? Es la pescadilla que se muerde la cola. Para privar de derechos a un periodista no hay más que cambiarle de profesión. Es la vía de agua que encontró el New York Times (*) para llevar las cosas mucho más allá: en realidad Sputnik ni siquiera es propaganda, sino un arma de guerra. Los periodistas (no hace falta que sean rusos) son, en realidad, militares entrenados en las nuevas técnicas de guerra sicológica.
De hecho el artículo que inspiró al FBI se titulaba así: “Sputnik, la nueva teoría rusa de la guerra”. Pertrechados con este misil propagandístico, para el que la OTAN aún no tiene escudo, Rusia ha ganado las elecciones en Estados Unidos, ha ganado el Brexit en Reino Unido y estuvo a punto de lograrlo en las últimas elecciones presidenciales francesas.
Lo dice el New York Times y no hay nada más que hablar. “Nihil obstat. Imprimatur”. No es ninguna teoría conspiranoica, sino ciencia pura que no necesita ni fuentes inspiradoras ni pruebas de laboratorio. Nada. Como el argumento de San Anselmo de la existencia de dios.
El mundo libre está en serio peligro. En los pocos años que llevamos de siglo, Estados Unidos ha padecido dos grandes descalabros políticos: el 11-S y la victoria de Trump, o mejor dicho, la derrota del Partido Demócrata. Hay que buscar un cabeza de turco.
No se rían porque lo que sigue no es un chiste: recientemente tres congresistas demócratas, F. Pallone, M. Doyle y A. Eshoo, escribieron una carta a la subcomisión de comunicaciones en la que pedían la apertura de una investigación contra la radio rusa por su influencia (perversa) sobre las elecciones de 2016.
¡Vaya hatajo de inútiles! Las emisiones de Radio Sputnik en Washigton comenzaron hace sólo dos meses y medio, exactamente el 1 de julio de este año.
Si Ustedes quieren que el Kremlin les siga lavando el cerebro en diferentes idiomas y votar en las elecciones lo que ellos digan, no tienen más que pulsar en este enlace, http://onlineradiobox.com/search?q=sputnik, y ponerse a escuchar la propaganda. (No nos responsabilizamos de las consecuencias de ello).
(*) https://www.nytimes.com/2017/09/13/magazine/rt-sputnik-and-russias-new-theory-of-war.html