Los recursos del Fondo de Reserva tocaron techo en 2011, cuando a 31 de diciembre se acumularon 66.815 millones. Desde entonces, este Fondo, que en principio parecía intocable, no ha hecho más que disminuir a un ritmo verdaderamente preocupante.
La primera vez que se recurrió al Fondo fue en 2012, cuando se sacaron 7.003 millones de euros para cubrir el déficit de la seguridad social. Al año siguiente, 11.648 millones, y en 2014, 15.300 millones. En lo que va de 2015 se han requerido 3.750 millones para tapar agujeros, y aún falta la recta final del año, que es cuando más desajustes se producen.
En los Presupuestos de 2016 ya está previsto volver a sacar 6.200 millones, por lo que sólo quedarán alrededor de 33.000 millones, la mitad que hace cuatro años. A este ritmo el futuro del Fondo es muy negro. En sólo cuatro años más se quedará sin un céntimo.
Naturalmente, la “solución” no está en recortar, dado que se trata de prestaciones miserables. El 55 por ciento de ellas se encuentran por debajo del salario mínimo interprofesional.
Los pensionistas tampoco van poder recurrir a la contratación de los planes privados que ofrecen la banca o las empresas aseguradoras porque la crisis financiera no garantiza ningún futuro a los depósitos que tienen entre sus manos.
Las pensiones no tienen futuro porque el capitalismo tampoco lo tiene. Quien quiera jubilarse deberá luchar por el socialismo.