Dron militar capaz de llegar al espacio |
El desmentido no alude a una circunstancia que nos parece capital: el 6 de enero por la noche, en el mismo momento en el que se producía el ataque, un avión de reconocimiento de la Fuerza Aérea estadounidense sobrevolaba el Mediterráneo.
Uno de los aspectos más descuidados de la Guerra de Siria son las novedades tecnológicas. La guerra y la técnica siempre han ido de la mano y la de Siria ha demostrado ser un campo para la experimentación de toda clase de novedades en el “arte de la guerra”.
A la guerra los ejércitos siempre van con la última tecnología disponible y, por sí mismas, las innovaciones técnicas que hemos visto en Siria ponen de manifiesto que nunca hubo ningún “levantamiento popular”, ni ninguna clase de “guerra civil”.
Lo que antes no eran tan evidente, ahora es resplandeciente, porque la guerra no ha acabado y esa es otra máscara que se ha venido abajo estrepitosamente: ahora Estados Unidos apenas puede ocultar el hecho de que la Guerra de Siria son ellos.
Aunque los imperialistas ya habían utilizado drones en otras guerras, como en Afganistán, es en Siria donde su empleo tiene un carácter táctico más evidente en el campo de batalla. Por ejemplo, el ataque a las bases rusas ha puesto de manifiesto el empleo de emjambres de drones, es decir, un lanzamiento masivo y simultáneo de unidades cargadas de explosivos de alta potencia.
Fueron nada menos que 13 los drones teledirigidos que, además, se desplazaron a dos lugares diferentes y alejados, como Tartus y Hmeimim, algo bastante difícil de coordinar, sobre todo si los pilotos a distancia no están muy entrenados para ello.
Si la Segunda Guerra Mundial, como dijo Stalin, iba a ser una “guerra de motores”, 70 años después la de Siria es electromagnética y llega hasta los satélites que circundan el espacio exterior. Sin los satélites espaciales, que están fuera del alcance de los yihadistas, la Guerra de Siria hubiera sido muy distinta.
La técnica militar también es pura dialéctica: toda medida tiene su contramedida. En las bases que Rusia tiene en Siria no sólo hay un poderoso sistema antiaéreo, capaz de abatir cazas o misiles, sino un paraguas radioeléctrico que detecta cualquier señal a 250 kilómetros de distancia, lo que les ha permitido algo mucho mejor que destruir algunos drones: apoderarse de ellos para analizarlos.
Los resultados del análisis no se saben, ni se van a saber, pero hay una cosa segura: lo que los rusos han encontrado en el interior de los drones no es el Corán.