Si yo tuviera una escoba

N.B.
Un lector -o lectora-, contestando a un comentario sobre Juan Carlos Monedero que habla sobre la «falsificación» e hinchazón del curriculum de Monedero y hecho por él mismo, dice que «al menos» Monedero es «republicano» y no «del PP» como «parecemos ser nosotros». El editor de la página le recomienda que eche un vistazo a la cabecera de la misma. Y yo, por mi parte, digo que Santa Lucía le conserve la vista. Porque o bien es la primera vez que entra en este blog o simpatiza con «Podemos» o necesita una rápida y urgente visita al oculista para que le ausculte las dioptrías. Aparte de que decirse «republicano», en este minuto, no es decir gran cosa porque también los falangistas, por ejemplo, lo son.
Al parecer, criticar -y criticar mucho y hasta desenmascarar, como lo hacemos aquí- a esta formación de origen universitario, te convierte automáticamente en sospechoso de pertenecer al PP o, aún peor, a la «caverna» ultra que también le zurra la badana al partido de Pablo Iglesias, porque de un «partido» estamos hablando del que este último es su Secretario General, que, si no fuera por el desprestigio de las palabras, suena casi a «semicasta». Es la vieja cantinela de hacer creer que «los extremos se tocan»: la ultraderecha y la ultraizquierda (que seríamos nosotros). Y «Podemos» el centro, por supuesto.
Entre muchas razones para rebatir y desbaratar este «argumento»(?), sólo expondré uno. Y es que mientras el «búnker», la «caverna mediática», FINGE creer que «Podemos» es el non plus ultra de los revolucionarios A SABIENDAS de que es falso y que muchos tertulianos nos quieren hacer creer que lo son, revolucionarios, comunistas, etc., simplemente porque esa es la consigna para mantener la prebenda, la congrua, la sinecura y el puesto en Falsimedia, o sea, mentirosos de cojones, hablando en plata, llegaría el día, en plena crisis y agudizada esta, en que los mismos que hoy insultan, aparentemente, a «Podemos» (We can, in inglispitinglis), les echarán de menos y los reivindicarán como «demócratas» para frenar la oleada de la verdadera escoba revolucionaria de verdad y no de mentirijillas como estos personajes postizos y de pega que serían barridos por el tsunami revolucionario. Nosotros nos situamos en este lado y no les echaríamos de menos jamás. Esa es la diferencia.
Claro que para que eso suceda hay que tener una escoba en condiciones y organizarla.
Ya lo decía Leslie, mítico cantante de Los Sírex, en los años sesenta del siglo pasado: «Si yo tuviera una escoba…» Pues eso.

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