La paz es el opuesto de la guerra como la salud lo es la la enfermedad. Cualquier cosa que se diga sobre la reunión de Ginebra hay que ponerla, pues, en relación con los campos de batalla en Siria.
La rapidez con la que se abrieron las negociaciones fue consecuencia directa del progreso del ejército regular sirio, especialmente en Alepo, ha reconocido la revista “Foreign Policy”.
En Ginebra los imperialistas han tratado de frenar lo que no estaban frenando en Alepo. La circunferencia se ha cerrado. Tras la caída de Nubl y Zahra los yihadistas sólo disponen de una única ruta de abastecimiento de armas, alimentos y carburante.
Lo de menos es una derrota, que ya es inevitable. La alternativa no es ganar o perder sino rendirse o ser aniquilados. ¿Que es mejor para ellos? Dentro de poco -muy poco- lo sabremos y eso nos va a esclarecer bastante acerca de la naturaleza de los yihadistas. Por ejemplo, vamos a comprobar si son esos tipos fanáticos capaces de inmolarse antes que rendirse, o si más bien se trata de unos estrategas sagaces para quienes una retirada a tiempo es casi una victoria.
Pero Ginebra no es una copia de los frentes de batalla, sino todo lo contrario. En Ginebra hay mucha “oposición”. En Alepo hay menos, pero la que hay es real y verdadera.
Siempre volvemos al mismo punto de partida: no existe esa “oposición moderada” a la que los medios de propaganda hacen referencia a cada paso. No son más que soldaditos de plomo muy miniaturizados que se ponen en los despachos encima de unas mesas muy grandes, pero a los que nunca verás sobre el terreno. ¿Qué pueden negociar?, ¿cuál puede ser el tema de conversación del gobierno de Damasco con ellos?
Dado que su presencia sobre el terreno es irrelevante, los imperialistas vuelven una y otra sobre la necesidad de llevar su tropas a Siria de manera descarada. Pero han llegado muy tarde. No pueden incrementar la escalada militar en Siria mientras en Ginebra la ONU está tratando de hacer todo lo contrario.