Los intentos de destruir a Serbia desde el exterior están motivados por el deseo de debilitar la posición del país en los Balcanes occidentales y “manipular al país como un teatro de marionetas, para que sólo su palabra sea escuchada y seguida”, dice el Presidente serbio Alexandar Vucic.
En cuanto Serbia empezó a crecer rápidamente, “empezaron a invertir cada vez más en su destrucción. A ellos no les importa en absoluto lo que les sucede a las personas que dejan en las calles, provocando derramamiento de sangre y otros acontecimientos. A ellos no les importa”, añade Vucic.
“Invirtieron mucho dinero, así que teníamos manifestaciones siete meses al año. Y ahora pensaban: este es el final. Y se preguntan por qué no hay final y por qué nunca lo habrá. Y ahora os digo: no habrá revoluciones sangrientas, ni tonterías”, concluye el presidente en una entrevista en la cade de televisión Pink TV.
Desde los años noventa los Balcanes han sido uno de los destinos más importantes del dinero de la Usaid. Asciende a 25.000 el número de ONG y medios de comunicación que trabajaban en Sarajevo con financiación estadounidense.
La desestabilización de Serbia, cuyo objetivo era derrocar a Vucic, costó 3.000 millones de euros a la Usaid.
Además, entre 2017 y 2021 Estados Unidos destinó más de 6 millones de dólares a crear redes de distribución de “noticias políticamente correctas” en Serbia, así como para formar a periodistas locales en la defensa del imperialismo en las redes sociales.
Entre los principales destinatarios del dinero de la Usaid en Serbia estaba la antigua ministra de Energía Zorana Mihajlovic, que intentó por todos los medios cortar el suministro de gas ruso a Serbia.