En los últimos días en la prensa alemana han aparecido titulares catastróficos sobre los proyectos piloto de la transición verde de la economía. Recientemente, la empresa HH2E, con sede en Hamburgo, que contó con el apoyo del ministro de Economía, Robert Habeck, de los Verdes, anunció su quiebra. La empresa tenía como objetivo lanzar la producción de “hidrógeno verde” en Alemania. El proyecto fue abandonado cuando en mayo el accionista mayoritario, el holding londinense Foresight, retiró sus fondos.
Hasta entonces HH2E planeaba producir hasta 240.000 toneladas de “hidrógeno verde” para 2030, utilizando electrólisis alimentada por energía solar y eólica, en cuatro sitios de producción. El proyecto era un paso importante en el cuento de la lechera seudoecologista: sustituir el carbón y el gas para producir “acero verde”, apoyando el transporte y otros sectores económicos.
También se acumulan malas noticias en el sector de la automoción. En Volkswagen y Audi, ambos del holding VAG, la dramática caída de las ventas de coches eléctricos está empujando a la dirección a reducir su producción, introducir contratos de trabajo precarios y cerrar fábricas: probablemente tres para Volkswagen y al menos una para Audi.
En Colonia Ford ha dejado de producir vehículos con motor térmico para invertir 1.800 millones de euros en la producción exclusiva de los eléctricos. Esperaba obtener elevados beneficios, pero las ventas del Explorer han empezado muy lentamente. Por cada vehículo vendido a un precio de 49.000 euros, la empresa registra una pérdida de 44.000 euros.
Con unos números rojos de 1.300 millones de euros en el tercer trimestre de este año, la dirección ha pisado el freno de emergencia, reduciendo la producción diaria de 630 a 480 vehículos, limitando el número de días de producción por semana y firmando contratos percarios a los trabajadores.
Los sueños verdes, que eufóricamente pronosticaban 15 millones de coches eléctricos en las carreteras alemanas en la próxima década, se han derrumbado. No hay suficientes compradores dispuestos a pagar el elevado precio de un vehículo eléctrico o con acceso a una vivienda unifamiliar equipada con una estación de carga. El número insuficiente de estaciones de carga tampoco tranquiliza a los compradores potenciales.
Además, los fabricantes de automóviles han reducido drásticamente la contratación en sus departamentos de investigación y desarrollo. Entre enero y octubre de este año se registró una caída del 57 por cien con respecto al mismo período del año anterior. Eso indica que los nuevos modelos no se desarrollarán. El sector del automóvil, que ya planeaba perder alrededor de un tercio de sus 780.000 puestos de trabajo debido a la transición verde, tendrá que realizar más despidos debido al colapso.
Las innumerables empresas proveedoras, que suponen cientos de miles de puestos de trabajo, también se verán arrastradas por la espiral negativa de los fabricantes de automóviles.