Se declara en bancarrota otra joya de la industria automotriz alemana

La empresa alemana Kiekert tenía una dilatada trayectoria que se remontaba a su fundación en Baviera en 1857 y hoy era el mayor proveedor mundial de cerraduras de puertas para automóviles. Siempre ha mantenido un 30 por cien de cuota de mercado en este sector de la industria. El dominio del mercado lo convirtió en un campeón indispensable en la cadena de suministro del mercado automotriz.

Vendía más de 40 millones de cierres de puertas en todo el mundo a prácticamente todos los fabricantes de automóviles y era propietaria de 850 patentes. Tiene instalaciones de producción en 11 países, incluidos Alemania, China y México, y emplea a aproximadamente 4.500 trabajadores en todo el mundo, incluidos 700 en su sede en Heiligenhaus, Alemania. Sus clientes incluyen fabricantes de automóviles convencionales como Volkswagen, BMW y Mercedes-Benz, y sus ventajas tecnológicas se encuentran en áreas de alta gama como cilindros de cerradura electrónica y sistemas de apertura sin llave.

En 2018 los chinos aprovecharon la decadencia de la industria automotriz alemana para comprarla a buen precio. Pasó a ser una filial del holding Lingyun, que cuenta con 10.000 trabajadores, 40 fábricas en China y unos 700 millones de dólares en ingresos. Es una empresa que opera dentro del holding público Norinco, que generó 7.300 millones de dólares en ingresos.

Pues bien, en septiembre Kiekert se declaró en bancarrota y, a partir de ahí, caben varias hipótesis, que son compatibles entre sí. La primera es que el hundimiento de la industria alemana es imparable. La segunda es que los chinos compraron la empresa sin dinero, contrayendo deudas para pagar otras deudas: las de la empresa alemana. La tercera es política: si Alemania bloquea a China, los asiáticos también pueden hacer lo mismo y dejar caer una joya de su industria.

Lo peor es que la bancarrota de Kiekert ha tenido un efecto dominó en la cadena de suministro automotriz del mercado mundial, lo que está afectando particularmente a los ciclos de entrega de los modelos de gama alta.

Como ya hemos expuesto, el “modelo alemán” se derrumba. Los datos que llegan sobre la calamitosa situación de la industria alemana son cada vez peores. Este año el 22,2 por cien de las empresas alemanas se declararon en bancarrota, incluidos gigantes como First Brands.

La industria automotriz de Alemania padece una la caída de la demanda, altos costos de la energía y la costosa transición a los vehículos eléctricos, lo que está llevando a los capitalistas al cierre de fábricas o los despidos y recortes de plantilla.

En definitiva, el proletariado se empobrece y la población alemana tambien. El 25 por cien de los trabajadores alemanes ganando menos de 9,15 euros por hora, la proliferación de miniempleos, la disminución de la natalidad y, por primera vez, la disminución de la esperanza de vida en la Unión Europea.

Las empresas alemanes, o bien cierran, o bien son absorbidas por empresas chinas. Kiekert fue el quinto proveedor alemán de automoción en pasar a manos chinas en muy poco tiempo. Empezó con el especialista en juntas SaarGummi, que también fue adquirida por capitalistas chinos. Luego le llegó el turno a Preh, un grupo de cabecera mundial en electrónica integrada. KSM Casting (componentes de motor y transmisión) pasó a ser propiedad de la empresa china CDWM y Sellner (especialista en interiores de automóviles) también pasó a manos de NBHX, otra empresa china.

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