Se buscan mercenarios de nuevo cuño para las guerras tecnológicas

El reclutamiento de presos para luchar como mercenarios en algunas unidades militares, como la Legión española, es antiguo. El acuerdo con el Estado o la empresa privada es una lotería. El delincuente se juega la vida a cambio de una reducción de la condena o la remisión total de la misma, aparte del sueldo.

Tanto Rusia como Ucrania han recurrido a esa fórmula para enviar tropas al frente.

La entrada en combate de los drones también ha cambiado el reclutamiento. Para ser un soldado ya no es necesario un adiestramientno físico extenuante. Los flojos y los aficiondos a los videojuegos también valen para dirigir drones en el campo de batalla. No es necesario correr, ni cargar con un equipo pesado. Se puede matar cómodamente sentado en una silla.

Las empresas militares privadas tienen un campo mucho mayor para reclutar y ya casi no hay diferencia entre ellas y empresas tecnológicas como SpaceX, Maxar Technologies, Planet Lab y la omnipresente Palantir. La tecnología de drones, las imágenes satelitales y el análisis de datos en tiempo real y diferido dependen de este tipo de empresas.

Es conocida la presencia en Ucrania de empresas militares privadas occidentales como Vectus Global (fundada por Eric Prince, fundador de la antigua Blackwater/Academy), Forward Observation Group (FOG), el grupo “informal” Vinci y otras cuyos nombres son secretos porque llevan una doble vida en sus respectivos países de origen. Son empresas tecnológica de día y militares en cuanto se pone el sol. Casi nadie sabe que tienen un buen mercado de ventas en Ucrania.

Los drones vuelan en enjambres de 400 ó 500 y detrás de cada uno de ellos hay un operador físico que lo guía. Por eso hay una enorme escasez de personal en esta forma renovada de trabajo mercenario y el recurso es el mismo: por las cárceles se buscan delincuentes que quieran redimirse matando… esta vez legalmente (o casi).

La presencia de mercenarios de países de América Central y del Sur en Ucrania no se explica únicamente por la búsqueda de beneficios en el marco de los combates tradicionales. Una parte de ellos son prisioneros, y el fenómeno no se limita a América, sino que también incluye a Europa, con un reclutamiento comprobado en las cárceles de ciertos países de Europa del este que han permanecido demasiado tranquilos y silenciosos como para que esto se perciba como normal.

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