Decenas de manifestaciones recorren todo el país, cientos de Jóvenes que se enfrentan a la Policía en los barrios obreros de Madrid, Barcelona, Vitoria, Logroño, Burgos, Alicante, Málaga, Sevilla… Miles de jóvenes descontentos que ven como su juventud se esfuma sin alternativa alguna, sin un lugar donde juntamos sin que seamos identificados, cacheados y detenidos.
Jóvenes perseguidos por la Policía del “gobierno del cambio”. Jóvenes perseguidos porque su delito es querer juntarse con sus amigos. Jóvenes que se convierten en peligrosos por hacer botellon. Pero los que no son peligrosos, son los 150 jerifaítes que estuvieron de fiesta con el Ministro de Sanidad el pasado domingo saltándose todas las medidas. En cambio, jóvenes y no tan jóvenes, sí que tenemos obligación de trabajar. De ir a nuestro puesto de trabajo en las condiciones que sean. De salir de nuestra casa al trabajo a primera hora y volver a última hora de la tarde. Eso sí, nada de divertirse, nada de ocio, nada de reunirse con amigos, nada de nada… El sueño húmedo del fascismo.
¿Respecto al ocio? Cientos de trabajador@s de la hostelería de nuestra ciudad ven como su puesto de trabajo pende de un hilo mientras no se vislumbra ningún cambio: les condenan al paro y al hambre. A cerrar. No saben qué va a ser de su vida. Y los únicos que sobrevivirán serán las grandes cadenas cuyos beneficios por explotar lícitamente son exorbitados.
Tampoco saben qué será de ellos los que han multiplicado por 5 las colas del hambre en Guadalajara. ¿Acaso alguien se ha lanzado en defensa de las necesidades de est@s trabajador@s? La juventud se ha lanzado a la calle harta de una izquierda irresponsable, que ha abandonado sus premisas y ha dejado en la estacada a millones de personas que, con la llegada del “gobierno más progresista de la Historia”, tuvo alguna esperanza.
Ahora, esta esperanza se diluye en porrazos, botes de humo y furgonetas de la UIP. Ni personal sanitario, ni profesorado, ni más seguridad en los puestos de trabajo. Nada. Sólo policía y Ejército en las calles. La juventud se enfrenta con piedras a las pelotas de goma. Como dijo Miguel Hernández: “Sangre que no se desborda, juventud que no se atreve, ni es sangre, ni es juventud, ni relucen, ni florecen. Cuerpos que nacen vencidos, vencidos y grises mueren: vienen con la edad de un siglo, y son viejos cuando vienen”.
Lejos de apoyar estas movilizaciones, la izquierda se ha lanzado a tacharles de neonazis, terraplanistas, negacionistas y un sinfín de adjetivos fabricados por el mass media. Como en numerosas ocasiones (incluído en el 15-M) intentaron adentrarse grupos fascistas. Pero no todo aquel que protesta porque le echan de su casa, del trabajo y porque no le dejan estar en la calle es un fascista.
No nos vamos a sumar a su represión. Desde este pequeño rincón de Guadalajara, no podemos más que mirar con simpatía las protestas contra esta situación que, lejos del barniz “progresista” de los miembros del Gobierno, recuerda a épocas funestas de nuestro país. No podemos dejar de apoyar a los miles y miles de jóvenes que se han plantado frente a las porras, cascos y escudos en Vallecas, Málaga, Barcelona, Burgos, Sevilla, Logroño, Bilbao, etc. Estos jóvenes: son la juventud de Miguel Hernández.
Desconocemos el rumbo que tomarán estas movilizaciones. Lo que sí vemos, es que la izquierda socialdemócrata se ha lanzado a criminalizarles de la misma manera que lo hizo el gobierno del Partido Popular. También vemos que ante un nuevo confinamiento, habrá quienes lo pasen en una mansión de cientos de metros cuadrados y quienes lo pasemos sin poder pagar la calefacción y con la amenaza del desahucio. Los últimos en aplicar un toque de queda en España fueron los fascistas del 23-F y los siguientes en aplicarlo los progresistas del «gobierno del cambio». Saquen sus propias conclusiones.
Centro Social Octubre