Unirá a más de 400 millones de africanos, repartidos en más de 6 millones de kilómetros cuadrados en la región del Sahel, especialmente en Chad, Níger y Malí, y les proporcionará acceso directo al Mediterráneo. Este proyecto faraónico, acompañado de fibra óptica, debería conducir a la creación de importantes rutas comerciales, a un progreso considerable en la planificación del uso del suelo, a un fuerte crecimiento económico en la región y a la creación de varios millones de puestos de trabajo.
La ruta unirá a dos capitales del norte de África (Argel y Túnez) con otras cuatro subsaharianas: Bamako, Niamey, Yamena y Lagos.
El tramo más largo, de 2.335 kilómetros atraviesa Argelia de norte a sur y es un refuerzo de la carretera actual RN1 que conduce del Mediterráneo a In Guezzam, en la frontera con Níger.
Por eso, del presupuesto total de la infraestructura, el gobierno argelino invertirá 3.000 millones de dólares.
La inauguración estaba prevista para finales del año pasado y ahora se ha dilatado al final este año. Su construcción estó sujeta a muchos problemas, en particular financieros y de seguridad. Esto explicaría el retraso en el lanzamiento de la infraestructura.
También quedan retos por resolver en lo que respecta a los marcos legislativos y reglamentarios, pero también y sobre todo en lo que respecta al establecimiento de instituciones comerciales para facilitar la circulación de personas y bienes. “Un proyecto como el Transahariano requiere mecanismos armonizados para permitir que las mercancías y las sociedades se transporten de Lagos a Argel. Si no se aplican las convenciones de la ONU sobre el tránsito de mercancías, no funciona”, dijo Habib Turki, Oficial Regional para África de la Unión Internacional de Transporte por Carretera.
Según la Sociedad Nigeriana de Ingenieros, la ruta creará “millones de puestos de trabajo” en una de las zonas más aisladas y empobrecidas del mundo. En Europa se lamentan cada día de las riadas de emigrantes que llegan a sus costas procedentes del Sahel, pero no han puesto ni un céntimo en proyectos, como éste, que aliviarían el éxodo.