A 16 días de que expire el acuerdo sobre la iniciativa del grano del Mar Negro, negociado por la ONU y Turquía el pasado mes de julio, las tensiones aumentan. Rusia ha reafirmado que no renovará su apoyo al pacto si no obtiene un levantamiento del bloqueo a sus propias exportaciones agrícolas.
Aunque las sanciones occidentales no se han dirigido explícitamente al sector agrícola ruso, las restricciones en materia de logística, sistema de pagos y seguros representan importantes obstáculos para los envíos de fertilizantes y cereales.
Según Lavrov, este asunto lo trató con su homólogo turco al margen de la cumbre del G20 que se celebró en Nueva Delhi el 2 de marzo. “Insistimos en que la prórroga del acuerdo sobre cereales era posible si se tenían en cuenta los intereses de los productores agrícolas rusos y los fabricantes de fertilizantes, cuyo acceso a los mercados está interrumpido”, declaró Lavrov.
Esta declaración se produce cuando Ucrania hizo un llamamiento a la ONU y a Turquía, el 28 de febrero, para que iniciaran negociaciones sobre la prórroga del acuerdo durante al menos un año, incluyendo los puertos de la región meridional de Mykolaiev.
El 24 de febrero, primer aniversario del inicio de la Guerra de Ucrania, los países miembros de la Unión Europea adoptaron el décimo paquete de sanciones contra Rusia.
Ucrania exporta unos tres millones de toneladas de productos agrícolas al mes en virtud del acuerdo.
Tras alcanzar su nivel máximo después del inicio de la Guerra de Ucrania, los precios del trigo han vuelto a caer a los niveles anteriores. El motivo es la reanudación de los envíos a través del corredor marítimo de la ONU y la perspectiva de una gran cosecha mundial.
El capital monopolista occidental tiene serios problemas para reproducirse.
En efecto, esa es la madre del cordero y no otra. Incapaz de contrarrestar la baja tendencial de la tasa de ganancia mediante una guerra de expansión imperialista en toda regla, y dado que el reloj no tiene ya más horas para aumentar la jornada de trabajo de gran parte de la masa laboral, no queda otra que expulsar violentamente del mercado a la competencia para permitir al gran capital reproducirse.
En el aspecto de la política interna, esto se manifiesta en el uso monopolista del estado para destruir al pequeño productor, mediante políticas despóticas: confinamiento, prohibición de fertilizantes, etc. La destrucción de una parte de la producción agrícola, que recaía en manos de pequeños productores, se manifiesta en inflación. Este es un supuesto analizado por Carlos Marx: menos bienes, a distribuir entre el mismo dinero que hay en circulación, llevan a un nuevo reparto, en el cual los precios aumentan. En el mundo de la fruta se dice que el cliente que gastaba 10 euros, sigue gastando 10 euros, pero si antes compraba 1 Kg de tomates y 1 kg de peras, etc, hoy compra tres tomates y tres peras etc.
Otro aspecto de la política interna que necesita imponer la burguesía monopolista de estado para poder reproducir su capital desplazando del mercado a la competencia, es la invasión de actividades que tradicionalmente habían sido monopolizadas por la pequeña burguesía como el taxi ( Uber ) el comercio ( Amazon ) etc.
En la política exterior. esto se manifiesta en la expulsión de países que conservan la soberanía nacional de los mercados controlados por EEUU en muchos sectores: hidrocarburos, fertilizantes, cereales, etc. Las sanciones afectan más a Rusia que a la RPCh, porque la producción en occidente es enormemente dependiente de los suministros producidos en la RPCh, y en consecuencia, no pueden permitirse el lujo de una política tan agresiva. En gran medida, podemos afirmar que no hay sanciones porque haya una guerra, sino que hay una guerra porque se ha producido una ruptura del comercio con Rusia. En un momento, probablemente el año 2006 o 2014, la burguesía Rusa tuvo que decidir si renunciaba a su soberanía nacional o a su relación comercial con occidente, y como la burguesía se mueve por el bolsillo, el hecho de que se decante por una política exterior enfocada a Oriente, es extremadamente revelador. De una forma más poética: el sol nace en oriente y se pone en occidente.