La diplomática -perteneciente a la gusanería cubana- expresó su preocupación el 14 de agosto en una reunión de la Conferencia de Desarme de Ginebra. El año pasado Rusia anunció públicamente el lanzamiento del satélite, pero dijo que su única función es la de inspeccionar los propios sistemas espaciales rusos en busca de daños y con el fin de repararlos.
Sin embargo, el comportamiento en órbita del satélite ruso es incompatible con todo lo que se había observado anteriormente sobre las inspecciones en órbita, dijo Poblete en la reunión. “No sabemos con seguridad qué es y no hay forma de verificarlo”, añadió.
Poblete se refería a otros tres satélites de inspección lanzados por los rusos entre 2013 y 2015. Estos sistemas espaciales, también conocidos como Kosmos-2491, Kosmos-2499 y Kosmos-2504, llevaron a cabo una serie de pruebas, acercándose a varios desechos espaciales, antes de hibernar en 2016. Al año siguiente, Rusia reinició uno de ellos y lo envió cerca de un pedazo de un viejo satélite meteorológico chino, que había destruido durante una prueba terrestre antisatélite en 2007.
Los satélites de inspección y reparación no son nuevos. El envío de misiones tripuladas para analizar otros satélites y hacer reparaciones o modificaciones ha sido siempre costoso y complicado.
La modificación de un satélite en el espacio evita tener que construir otro de sustitución y para ponerlo en órbita. Estados Unidos envió astronautas para reparar el Telescopio Espacial Hubble en 1993 cuando la NASA descubrió un defecto en el espejo principal del sistema.
Mantener un equipo de reparación semiautónomo en el espacio simplifica enormemente las cosas.
El problema es que un satélite robotizado capaz de mueverse muy cerca de otro, equipado con sondas o armas pequeñas para interactuar físicamente con él, no es más que un arma, porque lo mismo puede repararlo que destruirlo. Puede quebrar la óptica u otros componentes, o simplemente chocar contra el objetivo. Su pequeño tamaño supone que desde tierra los operadores pueden camuflarlo cerca de otros satélites en órbita, especialmente los desechos espaciales que orbitan alrededor de la Tierra.
También pueden llevar inhibidores electrónicos para impedir que los satélites comuniquen información, o para interceptarla, o para enviar señales falsas con mensajes erróneos o coordenadas de navegación también erróneas.
Rusia ha denunciado los comentarios de Poblete como calumnias. Sin embargo, las explicaciones técnicas del Ministerio ruso de Defensa sobre el Kosmos-2519 indican que tiene capacidades con aplicaciones militares secundarias.
El concepto de “doble uso” tecnólógico sigue, pues, tan vigente como en los años más crudos de la Guerra Fría o, por decirlo de otra manera, la carrera espacial no es más que una parte de la carrera armamentista. Tanto Rusia, como Estados Unidos y China están enviado pequeños satélites “de inspección” al espacio capaces de atacar y defenderse entre sí.
A pasos agigantados, Estados Unidos desarrolla naves espaciales hipersónicas reutilizables y de bajo costo, como la X-37B, capaz de desplegar rápidamente pequeños satélites para varias funciones o realizar sus propias misiones ofensivas en el espacio.
No obstante, hay que destacar que Estados Unidos va muy por detrás de Rusia, e incluso de China, en este tipo de armamento espacial y que, a pesar de ello, se opone obstinadamente a todas las propuestas que tanto Rusia como China le han ofrecido para frenar la militarización del espacio, denominados acuerdos PWTT.
La excusa es que ellos quieren un control más estricto que, en otros terminos, significa que quieren que Rusia y China les informen pormenorizadamente de los detalles técnicos de sus satélites espaciales, que es tanto como regalarles los secretos militares.