El viernes el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, advirtió del “desafío estratégico” que supone para la Alianza Atlántica la mayor presencia de Rusia en el Ártico. Stoltenberg concluyó una visita de tres días a Canadá en la base aérea de Cold Lake, en el noroeste del país donde están basados los aviones de combate del Comando de Defensa Aeroespacial de Norteamérica (Norad) encargados de patrullar el Ártico.
Junto con el primer ministro canadiense, Justin Trudeau, el secretario general de la OTAN recalcó que el trayecto más corto para que misiles y bombarderos rusos lleguen a Europa occidental es a través de la región ártica. Además, Stoltenberg explicó que Rusia está utilizando el Ártico para realizar pruebas de nuevas armas como los misiles hipersónicos, lo cual es falso.
A partir de 1940, el Ártico se transformó en una zona estratégica porque esa región representa la distancia más corta entre América, Europa y Asia. Durante la Segunda Guerra Mundial esa cercanía fue usada por los aliados para coordinar estrategias militares colaborativas contra el eje, sin embargo, la situación cambió radicalmente para 1950, año en que el Ártico se convirtió en una región de tensión y escalada militar.
Otra situación que funcionó como catalizador al conflicto fue Estados Unidos bajo la presidencia de Truman. El Presidente estadounidense proclamó que su país podía extraer recursos naturales marinos de forma unilateral, lo cual la ONU combatió con la Convención sobre la Plataforma Continental de 1958, documento legal aprobado por todos los países a excepción de Islandia. Si las posibles disputas legales se contuvieron algunos años con la acción de la ONU, la escalada militar no se detuvo en absoluto.
Entre inicios de los cincuenta y finales de los setenta, Estados Unidos, Canadá y Reino Unido construyeron varios sistemas antimisiles en Alaska, el norte de Canadá y Groenlandia, mientras que la Unión Soviética hacía lo mismo y colocaba submarinos nucleares en los alrededores. Durante esos años, las confrontaciones diplomáticas por el Ártico resurgieron. En 1972 Dinamarca y Canadá mandaron a la ONU su “acuerdo legal” sobre los territorios del Ártico, movimiento que generó malestar y discordia en otros países, como la Unión Soviética.
En la década de los ochenta la escalada militar y los problemas diplomáticos sufrieron cambios importantes. En octubre de 1987 el antiguo dirigente de la Unión Soviética, Gorbachov, declaró la “Iniciativa Murmansk” donde pidió el cese de la naturaleza hostil en el Polo Norte y la colaboración científica en esa región con Estados Unidos y el resto del mundo. Del lado diplomático, las reclamaciones adquirieron una naturaleza institucionalizada con el artículo 76 de UNCLOS, que permite a un Estado miembro, si proporciona evidencia geológica de que un lecho marino distante pertenece a su plataforma continental, adquirir control sobre ese territorio.
En otras palabras, UNCLOS permite a sus participantes poder reclamar áreas marinas que se encuentran más allá de su ZEE (Zona Económica Exclusiva), si demuestra que esas regiones se encuentran en su plataforma continental. Gracias a ello, países como Canadá, Rusia, Dinamarca y Noruega han utilizado el artículo de UNCLOS para buscar imponer su soberanía sobre el Ártico en los últimos años.
La escalada militar rusa en el Ártico
En diciembre de 2001 Rusia, después de firmar y ratificar UNCLOS en 1997, se convirtió en el primer país en solicitar una ampliación de su ZEE hacia el Ártico, empero, su solicitud fue rechazada en la ONU. A pesar de la negativa, durante los años siguientes, Rusia siguió emprendiendo nuevas acciones con el objetivo de tomar control sobre el Ártico. El siguiente movimiento del Kremlin sobre el tema ocurrió en 2007, año en que exploradores rusos visitaron la región para recolectar información del petróleo ubicado en ese lugar, colocar una bandera de Rusia y declarar el “regreso” de su país.
Catorce años después, Rusia envió una nueva solicitud a la ONU, basándose otra vez en el artículo 76 de UNCLOS, con evidencia científica para poder extender su ZEE hacia el Ártico a tal grado, que invade la zona de Canadá, buscando una expansión aproximada de 705.000 kilómetros cuadrados. Dado a que la solicitud fue enviada en 2021, aún no hay respuesta de la ONU y la incertidumbre se mantiene.
Hasta ahora, todas las acciones de Rusia han sido en el ámbito diplomático. Falta analizar la otra estrategia utilizada por el Kremlin para tomar el control del Polo Norte: la escalada militar.
Frente a su predecesor, Putin ha buscado restaurar la presencia militar rusa en el Ártico poco a poco; en 2008 el gasto militar dirigido para operaciones en esa zona fue de 58.000 millones de dólares y siete años después la cifra aumentó a 90.000 millones de dólares. El actual gobierno ruso también ha gastado grandes recursos económicos para la modernización del sistema tecnológico en el Polo Norte. En 2018 Nikolai Yeymenov, comandante militar ruso para el Ártico, explicó que la modernización del sistema de radio, cableado, comunicaciones, infraestructura y de defensa antimisiles buscan crear un “escudo” antimisiles para Rusia, objetivo que era imposible con el equipamiento soviético previo a la renovación.
La escalada militar rusa en el Ártico no se va a detener en un futuro cercano por dos razones: defensa y potencial energético. De acuerdo con varios estrategas rusos, el control sobre el Polo Norte es un peligro a su seguridad nacional porque ciertos Estados y coaliciones militares, como la OTAN, buscan dominar esa región con intenciones de intimidar a Rusia. En cuanto a la vertiente energética, si Putin logra hacerse suyo la mayor parte del Ártico, consolidaría a Rusia como la cabeza energética indiscutible, dándole el poder de dominar los mercados mundiales de petróleo y gas.
Esta última aseveración ya la estamos viviendo hoy en día.
Las reclamaciones canadienses
Aunque Canadá lleva haciendo reclamaciones sobre el Ártico desde inicios del siglo XX, no fue hasta 1969 cuando hizo una declaración oficial, cuando una empresa estadounidense intentó entrar al área helada perteneciente al gobierno canadiense. Como consecuencia, Ottawa ha tenido bastantes roces con gobiernos cercanos al Polo Norte. El más cercano es con Estados Unidos y es sobre una disputa concreta del mar de Beaufort, mientras que Dinamarca, vía Groenlandia, el conflicto se aterriza en las islas Hans, extensiones de tierra muy cercanas al Ártico.
Las islas Hans miden 1,5 kilómetros cuadrados y están divididas entre Canadá y Dinamarca. Pero la importancia no es la superficie, sino los derechos exclusivos que desde ese punto (200 millas) se derivan.
A diferencia de Rusia, Canadá no ha emprendido acciones militares tan grandes en las cercanías de ese territorio. La única operación o militarización emprendida por el gobierno canadiense ocurrió en el 2005, año en que el ejército de Ottawa fue a las islas Hans para retirar la bandera de Dinamarca para reemplazarla con una canadiense. El tiempo pasó y Canadá, tras reunir bastante evidencia científica, emprendió su siguiente movimiento años más tarde. Ahora es el tercer país en reclamar que debe tener soberanía sobre gran parte del Ártico en base al artículo 76 de UNCLOS. Canadá mandó su solicitud a la ONU en 2019 y todavía no hay respuesta de la ONU a su solicitud, lo cual probablemente no cambie en bastante tiempo si se consideran las reclamaciones de Rusia y Dinamarca.
Las reclamaciones danesas
Dinamarca tiene control sobre Groenlandia y las Islas Feroe. Dada su cercanía al Ártico. Ambos territorios facilitan las reclamaciones del gobierno danés, aunque sus acciones tuvieron que esperar hasta 2014 porque no fue hasta el 2004 cuando ratificó UNCLOS.
Con base en el artículo 76 de la Convención, en 2014 Dinamarca, junto a Groenlandia y las Islas Feroe, envió su solicitud a la ONU para tener control sobre 350.000 millas cuadradas del Ártico. De la misma forma que Canadá, Dinamarca tampoco ha emprendido acciones militares a gran escala. Justo después de mandar la solicitud a la ONU, el Ministro de Asuntos Exteriores de Dinamarca declaró que el posicionamiento de su país podría suponer conflictos diplomáticos con Noruega, Canadá, Rusia y Estados Unidos. Al igual que las solicitudes rusa y canadiense, Dinamarca tampoco ha recibido respuesta de la ONU.
Estados Unidos y China en el Ártico
A diferencia de Rusia, Canadá y Dinamarca, Estados Unidos y China no han reclamado nada en el Ártico basándose en el artículo 76 de UNCLOS. En el caso de Estados Unidos, al no ser miembro de la Convención, no puede hacer ninguna reclamación, por lo que ha utilizado otros mecanismos, aunque en 2008 declaró que la ZEE de Alaska alcanzaba el Ártico. A partir de entonces, ha mantenido una postura alerta sobre el control del Polo Norte y sus recursos energéticos. En 2013 el Secretario de Defensa de Estados Unidos afirmó que el Ártico se ha vuelto un asunto de suma importancia para su país, que está dispuesto a colaborar con sus aliados para conseguir sus objetivos estratégicos en la zona.
En el caso de China, la situación es más compleja. Aún cuando Pekín forma parte de UNCLOS, el tratado no le permite hacer ninguna reclamación como las hechas por Canadá porque China no está geográficamente cerca del Polo Norte.
Gracias a ello, la postura del gobierno chino ha sido más discreta y cerrada. Por ejemplo, su acción más concreta ha sido su ingreso como país observador en el Consejo Ártico en 2013. China no cuenta con una política “oficial” hacia el Ártico como los otros países interesados en el asunto. Su postura se puede interpretar como un “esperar y ver” puesto a que, desde los años noventa, la región es muy atractiva para la investigación científica.
La dorsal Lomonosov
¿Quién tiene mayores posibilidades en sus reclamaciones soberanas? Atravesando todo el continente Ártico por el centro está la dorsal de Lomonósov que va desde el mar de Láptev hasta el norte de Groenlandia, pasando por el Polo Norte geográfico, un territorio que es la continuidad de una cadena montañosa de Rusia. El Polo Norte nace en Rusia, así de simple. Por algo se llama la dorsal de Lomonosov.
Los rusos han descubierto muchos yacimientos, tienen zonas de exclusividad, aún con los reclamaciones pendientes. También han abierto un ruta marítima que es exclusivamente suya porque tienen 9 rompehielos, todos pesados, de los cuales, 3 son nucleares. Es el único país que los tiene.
—https://t.me/wofnon
Un factor importante a la hora de entender las cuestiones geopolíticas en los polos del planeta: con el nivel tecnológico actual la extracción de recursos, tanto mineros como energéticos, no es factible en lugares de condiciones tan extremas de una manera rentable.
Se pueden llegar a extraer, si, pero a un costo tan grande que no merece la pena.
Las razones reales para el dominio de territorios en el Ártico, por tanto, no son la obtención de unos recursos de los que, en la mayoría de casos, casi podríamos decir que, para la dificultad de alcanzarlos que tienen, tanto podrían estar en La Luna